Muchos se suman para hacer guardias en edificios públicos, como el Museo Egipcio
Biblioteca de AlejandríaFoto tomada de la página de Internet de la biblioteca
Aspectos de la Biblioteca de Alejandría, recinto que es defendido por la juventud egipciaFoto tomada de la página de Internet de la biblioteca
HERMANN BELLINGHAUSEN
Periódico La Jornada
Viernes 4 de febrero de 2011, p. 4
Ismail Serageldin, director de la Biblioteca Alejandrina y bibliotecario de Alejandría, Egipto, escribió a los amigos en todo el mundo que la célebre y mítica institución se encuentra a salvo gracias a la juventud egipcia que en estos días de protesta defiende el acervo de conocimiento y memoria allí depositado.
El mundo ha sido testigo de una inusitada acción popular en las calles de Egipto, conducida por los jóvenes, con sus justas demandas de más libertad, más democracia, menores precios en los productos básicos, mejores oportunidades de empleo. Los jóvenes exigen cambios inmediatos y de largo alcance. Este clamor se encontró con violentos conflictos, claramente provocados por la policía. Se llamó entonces al ejército, y fue bienvenido por los manifestantes, pero al principio su presencia fue más simbólica que activa. Los acontecimientos empeoraron al aparecer bandas de matones y agentes provocadores, y comenzaron los saqueos.
Inaugurada en octubre de 2002
En el portal electrónico de la Bibliotheca Alexandrina, su director relata que los muchachos se organizaron en grupos para dirigir el tráfico, proteger los barrios y hacer guardias en edificios públicos, como el Museo Egipcio y la Biblioteca de Alejandría, en colaboración con el ejército. Confía en que este improvisado arreglo se mantenga hasta hasta el pleno retorno del orden público.
La biblioteca, asegura Serageldin, está segura gracias a los jóvenes, sean trabajadores de la propia biblioteca o representantes de los manifestantes, quienes se suman a nuestras guardias del edificio contra potenciales vándalos y saqueadores. El propio director permanece en el edificio dentro de los límites del toque de queda.
No obstante, este quedará cerrado hasta que se levante la queda y los acontecimientos evolucionen hacia el fin de la ilegalidad y la solución a las demandas políticas que desencadenaron las protestas.
La nueva Biblioteca Alejandrina, edificada para rendir homenaje a su gran antecesora (destruida por un incendio criminal de los invasores romanos hace casi dos milenios) se inauguró apenas en octubre de 2002. Contó con el millonario respaldo de las potencias amigas de la dictadura en Europa y Estados Unidos, el arbitraje de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el compromiso entusiasta del presidente Hosni Mubarak. Impulsada desde 1974 por la Universidad de Alejandría, y establecida a orillas del Mediterráneo, cuenta con hermosas y elegantes instalaciones, estanterías con material especializado, teatros, galerías, museos, un planetario, talleres de restauración de libros. Su acervo extraordinario fue reunido gracias a donaciones de gobiernos, bibliotecas y editores de todo el mundo.
Del propio gobierno mubarakita (que alguna vez pulió su imagen mientras hacía un jugoso negocio construyendo la modernísima biblioteca antigua) son los vándalos que hoy la amenazan, orillando a la juventud egipcia a jugarse la vida por defenderla.
HERMANN BELLINGHAUSEN
Periódico La Jornada
Viernes 4 de febrero de 2011, p. 4
Ismail Serageldin, director de la Biblioteca Alejandrina y bibliotecario de Alejandría, Egipto, escribió a los amigos en todo el mundo que la célebre y mítica institución se encuentra a salvo gracias a la juventud egipcia que en estos días de protesta defiende el acervo de conocimiento y memoria allí depositado.
El mundo ha sido testigo de una inusitada acción popular en las calles de Egipto, conducida por los jóvenes, con sus justas demandas de más libertad, más democracia, menores precios en los productos básicos, mejores oportunidades de empleo. Los jóvenes exigen cambios inmediatos y de largo alcance. Este clamor se encontró con violentos conflictos, claramente provocados por la policía. Se llamó entonces al ejército, y fue bienvenido por los manifestantes, pero al principio su presencia fue más simbólica que activa. Los acontecimientos empeoraron al aparecer bandas de matones y agentes provocadores, y comenzaron los saqueos.
Inaugurada en octubre de 2002
En el portal electrónico de la Bibliotheca Alexandrina, su director relata que los muchachos se organizaron en grupos para dirigir el tráfico, proteger los barrios y hacer guardias en edificios públicos, como el Museo Egipcio y la Biblioteca de Alejandría, en colaboración con el ejército. Confía en que este improvisado arreglo se mantenga hasta hasta el pleno retorno del orden público.
La biblioteca, asegura Serageldin, está segura gracias a los jóvenes, sean trabajadores de la propia biblioteca o representantes de los manifestantes, quienes se suman a nuestras guardias del edificio contra potenciales vándalos y saqueadores. El propio director permanece en el edificio dentro de los límites del toque de queda.
No obstante, este quedará cerrado hasta que se levante la queda y los acontecimientos evolucionen hacia el fin de la ilegalidad y la solución a las demandas políticas que desencadenaron las protestas.
La nueva Biblioteca Alejandrina, edificada para rendir homenaje a su gran antecesora (destruida por un incendio criminal de los invasores romanos hace casi dos milenios) se inauguró apenas en octubre de 2002. Contó con el millonario respaldo de las potencias amigas de la dictadura en Europa y Estados Unidos, el arbitraje de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el compromiso entusiasta del presidente Hosni Mubarak. Impulsada desde 1974 por la Universidad de Alejandría, y establecida a orillas del Mediterráneo, cuenta con hermosas y elegantes instalaciones, estanterías con material especializado, teatros, galerías, museos, un planetario, talleres de restauración de libros. Su acervo extraordinario fue reunido gracias a donaciones de gobiernos, bibliotecas y editores de todo el mundo.
Del propio gobierno mubarakita (que alguna vez pulió su imagen mientras hacía un jugoso negocio construyendo la modernísima biblioteca antigua) son los vándalos que hoy la amenazan, orillando a la juventud egipcia a jugarse la vida por defenderla.
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