Liberman, Sofía; Wolf, Bernardo. Las redes de comunicación científica. -- México : UNAM, 1990.
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1. Introducción
"La ciencia es la actividad que llevan a cabo los investigadores científicos, ingenieros y técnicos en el contexto del conocimiento, métodos, procedimientos y técnicas sancionadas por la experimentación y la verificación."
La institucionalización, la profesionalización y la comunicación informal entre los científicos toman modalidades según su entorno académico y las variables sociales que afectan el avance de la ciencia. El científico no puede trabajar aislado, ni es un diletante; forma parte de una estructura que valida su producto. Aun cuando a lo largo de la historia ha habido grandes debates sobre diversas teorías científicas, el desarrollo del cuerpo del conocimiento científico ha sido un proceso continuo de pequeñas aportaciones en direcciones avaladas por el consenso. En su conjunto, la ciencia es hoy en día considerada como importante para la cultura, la economía y la política de la sociedad moderna.
El análisis sociológico de la ciencia enfoca la organización social de los productores d el conocimiento científico y el efecto de la estructura social sobre su trabajo cotidiano. Este tipo de análisis nos conduce a diferenciar las peculiaridades de los campos de investigación y de lar, instituciones. Los investigadores pueden visualizar su trabajo en términos de nodos inscritos en redes informales que no son estáticas y sobre las que, particularmente, actúan muchos factores aleatorios. En estas redes queremos detectar patrones regulares de interacción.
Una sociedad moderna e integrada en su flujo informativo no será propensa a descentralizar sus actividades, si los individuos que la componen perciben que habrán de mudarse a un ambiente donde estarán rodeados de rengos informativos respecto de sus nuevos vecinos. Dado que la Comunicación informal con sus antiguos colegas de grupo será más costosa, la usarán menos frecuentemente. Si bien pueden haberse mudado con todo su grupo de colegas científicos, seguramente abandonarán a otros grupos pertenecientes al sistema gubernamental, industrial o educativo.
Este proceso se da actualmente en el Estado de Morelos. Preparar las bases para su aná1isis específico es e1 propósito de este trabajo.
En el segundo capítulo relacionamos las ciencias "pura y aplicada" con la tecnología, para luego deslindarías por la intencionalidad de la primera. La organización de los científicos se examina en el tercer capítulo.
La ciencia pura y la tecnología presentan diferentes perfiles a los cambios políticos. El capítulo 4 amplía este tema para concentrar la atención en la actividad científica, tópico del capítulo 5. De la actividad científica, las publicaciones son el producto que se puede cuantificar más fácilmente. Son también las que más dependen de la existencia y fluidez de las diversas redes de comunicación. Esto se detalla en el capítulo 7, mientras que en el capítulo 8 se dan las conclusiones del trabajo, mismas que servirán de base para el análisis de una entrevista que habrá de llevarse a cabo sobre el proceso de nucleación de distintos grupos de investigadores en el propio Estado de Morelos.
2. Las ciencias "pura y aplicada", y la tecnología
El conocimiento científico es el resultado de un conjunto de actividades intelectuales e instrumentales que el científico lleva a cabo, bajo una serie de condiciones preestablecidas y de acuerdo con un marco teórico conocido y aceptado por consenso. En la observación directa de la práctica de la investigación, se puede diferenciar entre los propósitos y las actividades que llevan a cabo las diferentes clases de científicos; pero, como la producción y utilización del conocimiento resultante son discontinuas y no tienen un patrón reconocible, en la realidad no es sencillo distinguir entre una investigación básica y una aplicada, ni se puede afirmar que alguna de ellas tenga mayor importancia que la otra.
Lo mismo sucede en relación con diferentes disciplinas de la ciencia, incluyendo las ciencias sociales. Parece ser que, en lo que concierne a la planeación y asignación de recursos, no se han desarrollado criterios adecuados excepto los que corresponden al mismo investigador en el sentido de reconocer las supuestas diferencias entre las ciencias básica y aplicada. Un gran número de científicos no saben ni se cuestionan, si su trabajo actual será utilizado o aplicado inmediatamente, o si pasará mucho tiempo antes de que esto suceda.
De la misma manera, el papel que juega el azar en los procedimientos y resultados de la investigación, no ha permitido establecer un paralelo entre la inversión que se hace en la ciencia y las posibilidades de su utilización. Tampoco es verdad que los países que tienen mayor productividad científica sean los que tengan mayor crecimiento económico. La productividad científica no puede ser medida con las herramientas de la economía. Por lo tanto, la planeación de la ciencia no se basa en las posibilidades de la productividad del conocimiento, sino en las posibilidades de institucionalizar las actividades del científico, las necesidades estratégico-políticas que están involucradas y los recursos que para esto les asigne su gobierno. Este fenómeno de institucionalización de la ciencia comprende no solamente los aspectos que como requisitos institucionales le son demandados del investigador, sino la pérdida de tiempo que implican, así como la escotomización de campos de desarrollo por falta de atención e información y la ineficiencia resultante ocasionada por la burocracia, la que no se puede evitar.
Como consecuencia, la racionalidad sobre la que se desarrolla la plantación de la ciencia en México se apoya en una serie de mitos y limitaciones tales como los prejuicios de los mismos científicos acerca del desarrollo tecnológico, la falta de definiciones de las Fronteras entre la ciencia pura y su industrialización y, además, en el defecto de considerar periferia todo lo que está fuera de la ciudad de México, como si la ciencia pudiera dividirse en periférica y centralizada. Es la administración de la ciencia la que está centralizada y que limita el desarrollo de otros polos. La red de comunicación en México presenta todavía pocas posibilidades de control y un alto costo.
La asignación de recursos está asociada, en el mejor de los casos, a criterios políticos que tienen que ver con el desarrollo tecnológico o industrial. Respecto de los criterios supuestamente objetivos, se tendrá que considerar siempre la inversión como un riesgo, dada la incapacidad de evaluar los productos a largo plazo. El propósito intelectual del científico cuenta poco cuando se trata de brindarle apoyo. Son más relevantes su ubicación institucional, las publicaciones que ha hecho (sin que importe su calidad), o el desarrollo que las mismas disciplinas presentan en países más adelantados. No se busca estimular la adquisición del conocimiento por sí mismo
Actualmente está desapareciendo la ilusión de que exista la ciencia pura, en el más estricto sentido de este término. Desafortunadamente, el lugar de esta concepción lo está tomando la idea de que la actividad científica debe ser sólo comercial e industrial. En efecto, está ocurriendo un cambio; pero no es ni el primero ni el segundo de estos conceptos el que va a predominar. En la práctica, la búsqueda del conocimiento es una actividad en la que teóricamente, no pueden intervenir otros intereses que no sean el concreto de adquirir un mayor conocimiento. En la realidad política, social y económica de nuestros tiempos, en cambio, esta actividad se ve afectada por sucesos que van más allá de nuestras posibilidades de evaluación.
Así mismo, el trabajo de los científicos se ve afectado por grandes problemas prácticos e ideológicos. No son nada más los problemas epistemológicos los que se cuestionan cuando se habla del progreso científico; se trata de un debate acerca de los usos y abusos del conocimiento científico y sobre su utilización para asuntos de cualquier otra índole. Esto puede enriquecer la ciencia; pero también puede revertirse en contra de la verdad que se busca.
El debate entre la tecnología y la ciencia pura nos lleva a reflexionar sobre cuáles son las actividades genuinamente científicas y cuáles son los resultados científicos. Sin entrar en discusiones epistemológicas, nosotros nos referiremos a la controversia que se genera a partir de que la ciencia se convierte en materia de discusión a nivel del Estado. Esto es, cuando las decisiones políticas afectan la vida cotidiana del científico.
Un indicador de la calidad de vida de una nación es su productividad científica. Por ello, se la considera asunto de importancia estratégica en la planeación del Estado, de la gran industria y de los grupos de intereses que tienen poder económico. Esta visión implica la existencia de una o más concepciones de lo que es la actividad del científico y aun de la naturaleza de la ciencia. Muchos de los desarrollos tecnológicos que tanto apreciamos, y que nos dan comodidad, están ligados a descubrimientos científicos. El hecho de que tal relación no sea evidente, no impide pensar que tanto hoy como en el futuro casi cualquier problema pueda ser resuelto por la investigación científica. Es ésta la esencia de la concepción actual del científico, así como de las actividades paralelas que el mismo investigador se ve obligado a desarrollara que son soporte de su trabajo intelectual. De igual modo deberán ser tomadas en cuenta la difusión, las aplicaciones tecnológicas, la administración y la comunicación entre los científicos, incluyendo la calidad de su vida cotidiana.
En la antigüedad, los científicos eran patrocinados por los gobernantes o por patronos que disfrutaban o se asesoraban de sus ideas. Las actividades del científico y la búsqueda del conocimiento eran juzgadas como cosas de poco interés para el dominio público. En la época moderna, y después de un lento proceso de institucionalización, la ciencia es hoy una cuestión discutida inclusive a nivel de la legislación y, en algunos casos, por ciudadanos legos. Un ejemplo serían los problemas surgidos por el uso de la energía nuclear y por la investigación de los cenes mutantes. Así mismo, existen ya instituciones dedicadas exclusivamente a la administración de los recursos para la ciencia y la educación de los científicos. Encontramos a los científicos involucrados en decisiones políticas, en las que su carácter de expertos representa un papel importante.
Ya que la ciencia existe como un campo unificado, los científicos no orientan sus actividades sólo hacia la sociedad, sino que tienen que dedicar mucho tiempo a sus propias comunidades y desarrollar un gran esfuerzo para conservar en ellas su posición. Los criterios de legitimación de su trabajo son generados por ellos mismos. Si los científicos se confunden entre la búsqueda de la verdad y las otras actividades paralelas que les permitan obtener resultados, su trabajo pierde sentido y su objetivo se corrompe.
La esencia del trabajo científico es la verdad, y ha sido el meollo de las discusiones entre las diferentes concepciones sobre la naturaleza de la ciencia. La aplicación del método científico ha llevado a los investigadores a discutir diferentes caminos para obtener resultados. En ocasiones, los ha llevado a convertirse en filósofos e historiadores de la ciencia. Es el caso, por ejemplo, de T. Kuhn, quien de la física pisó a estudiar la historia de la ciencia y elaboró una teoría sobre las revoluciones científicas y el efecto del surgimiento de nuevos paradigmas en el trabajo de las comunidades científicas. No sabemos con certeza si esta es la manera en la que la ciencia evoluciona, ni podemos suponer que todos los científicos tienen conciencia de cuál es el paradigma específico al que sus actividades pertenecen. Pero si asumimos que la especialización por áreas de las diferentes disciplinas está asociada a concepciones normales parecidas a las formuladas por Kuhn, cuando define lo que son un paradigma, una ciencia normal y una ciencia madura, y cómo el surgimiento de nuevos paradigmas ha generado nuevos campos de investigación. Einstein mismo decía que la ciencia resulta de la yuxtaposición del trabajo empírico y del trabajo analítico, defendido el primero por los positivistas y el segundo por los analíticos.
Independientemente del método específico que el científico utiliza, los valores de la ciencia lo obligan a una serie de actividades para que sus descubrimientos sean considerados legítimos y verdaderos. Hasta el Renacimiento, la verificación de los hallazgos no era parte del método. El reconocimiento de la ciencia como búsqueda del conocimiento con método generó la normativización y organización de los científicos en torno a un común acuerdo sobre lo que son la ciencia, la investigación y los descubrimientos. A principios de este siglo, la teoría de la relatividad transformó esta concepción, haciendo patente la necesidad de verificar a través de diferentes puntos de vista aquello que en forma concreta y positiva ha sido develado, a veces incluso por accidente.
El compromiso del científico es parte esperada de su comportamiento y está implícito prácticamente en toda su vida y sus actividades. Podríamos asumir que casi religiosamente el científico busca descubrir la verdad inclusive en contra de intereses creados en su campo y que por ello se enfrenta continuamente con la política y con otras esferas del conocimiento, para reafirmar la autonomía de sus métodos y objetivos. A la vez, asumiendo la responsabilidad que esto implica con la sociedad. Si bien es muy difícil valorar el término justo en donde la responsabilidad del científico no sea adecuada y su trabajo se convierta en destructivo para la sociedad, siempre se espera que esto no suceda. La valoración de esta moral científica en ciertos sistemas políticos, ha llevado al aislamiento y represión de la libertad de los científicos. Tal sucedió con las persecuciones que padecieron en algunos países socialistas. En otros casos, como sucedió en la época del nazismo, los científicos son obligados a dar opiniones políticas que nada tienen que ver con su trabajo. Esta cuestión ha generado grandes polémicas en nuestro siglo y ha llevado a algunos hombres de ciencia a la prisión o a la muerte.
En los años ochenta pudimos presenciar, si no el final de esta controversia, ya que los intereses políticos seguirán tratando de controlar y manipular los resultados científicos, sí la aceptación de que la verdad es lo que los científicos persiguen como un hecho dado y generalizado. Con ello, las discusiones sobre si la ciencia es política o se opone a la religión, o si es afectada por la cultura, están prácticamente extinguidas en el caso de las ciencias naturales, aunque no en el de las ciencias sociales. Más bien, puede decirse que es la ciencia la que nos lleva a la cultura, como ocurre con el impacto tecnológico (Karp, 1987).
Surge una nueva concepción de la ciencia, que es a la vez resultado de los avances científicos y su aplicabilidad, y del efecto de los procesos de industrialización en el uso de tecnologías derivadas de sus propias aplicaciones. Por otra parte, la organización del trabajo científico está sufriendo cambios que forzosamente repercutirán en el futuro de la ciencia. Los patrocinadores de la investigación científica no siempre tienen los mismos criterios que los académicos de las universidades. Por ejemplo, en los países desarrollados se hacen muchas investigaciones por contrato. La integridad de los Científicos no está en tela de juicio, en tanto que sus descubrimientos se apegan a los criterios de rigor; pero cuando sus productos pueden ser industria]izados, inmediatamente se convierten en conocimiento estratégico. Ya no son dados a conocer a la totalidad de la comunidad científica.
No es lo mismo hacer investigación con el fin de producir conocimiento "puro", que producir conocimiento con un fin utilitario inmediato. Desafortunadamente, no es sencillo definir la frontera entre los conocimientos científicos que buscan la verdad por sí misma y las posibilidades de aplicación de estos conocimientos, que los convierten en tecnología. No se puede garantizar que algún conocimiento sea puro y que no esté vinculado a otros intereses que no sean los que lo originaron inicialmente.
Tampoco se puede garantizar que el conocimiento que fue producido en el laboratorio de experimentación no tenga efectos destructivos una vez que ha sido aplicado, y ésta es una de las contradicciones de la civilización moderna.
En otro ámbito, es patente el beneficio social debido al avance de la tecnología, e inclusive al avance de las ciencias. Por ejemplo, la computación, los sofisticados equipos electrónicos para el laboratorio y el progreso de las comunicaciones y los transportes. De hecho, los lazos entre la ciencia y la tecnología son tan fuertes y complejos en la actualidad, que es menester tomar conciencia de ello y no asumir una posición radical a favor de ninguno de ellos. Por lo pronto, existe el debate: la tradicionalmente conocida ética del científico subsiste y regula su moral, sin que exista ninguna instancia jurídica que castigue sus desvíos. Sin embargo, basta con denunciar a un científico de plagio, para que se cuestionen toda su trayectoria y sus resultados.
Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, la ciencia era mayormente practicada en el mundo académico. Hoy, la imagen del científico en la realidad política de la sociedad industrializada se ha transformado. La ciencia se desprendió del mundo académico y tomó nuevos cauces, en tanto que las actividades asociadas con la búsqueda de la verdad no son únicamente las de investigar y producir resultados. Estos no son propiedad del científico (aunque se considera propiedad intelectual del científico todo lo que publica en revistas y editoriales reconocidas), ya que su trabajo está en función del beneficio que pueda llevar a la humanidad. Las actividades del científico involucran su participación en. organizaciones científicas formales e informales, que son sistemas de validación, difusión y legitimación de los resultados que produce. A esto deberíamos añadir que en muchos casos, el científico también puede participar en las actividades administrativas de las organizaciones científicas y guardar la misma competencia e integridad.
Más aún, si el científico no participa en estas actividades, pronto se verá aislado y su trabajo correrá el riesgo de quedar obsoleto. La ciencia no avanza por hechos aislados, o acumulados, sino por las nuevas teorías. O, como dice Kuhn (1962), por los "nuevos paradigmas". En el plano de la supervivencia, según Pérez Tamayo (1979), si el científico no pertenece a la "mafia" no le serán asignados recursos y sus esfuerzos no alcanzarán los objetivos que se propone. En este sentido, el científico no puede ser tan independiente como la naturaleza de su trabajo lo exigiría. Parte de sus actividades son las de comunicarse con otros científicos y pertenecer a grupos informales de investigadores afines a su área, o al problema que él está investigando.
Esto implica una serie de actividades y procedimientos que caracterizan en forma particular las relaciones del científico con su trabajo y su pertenencia a una institución que lo patrocine, en tanto que se le considere de utilidad y se le permita funcionar dentro de la "maquinaria" del complejo sistema de la ciencia. A este nivel, se verá afectado por las decisiones que se tomen en el sistema institucional, en las que, a pesar del propio científico, no necesariamente predominan los criterios que él sustenta. Un investigador que quiera ser independiente deberá reunir una serie de características muy articulares.
Parte del problema es el costo de la investigación, su aplicabilidad a corto o mediano plazo, y los requerimientos de los planes a nivel nacional, dictados en muchas ocasiones por el tipo de economía y las posibilidades de desarrollos industriales que se han decidido apoyar.
Para el científico es importante pertenecer a alguna institución prestigiosa y tener contactos dentro de la estructura donde se toman las decisiones. La reputación de liderazgo científico es una condición necesaria para conseguir recursos. En esta acepción, para el liderazgo se consideran la antigüedad en la disciplina, la cantidad de publicaciones y el número de veces que ha sido citado y, en la mayoría de, los casos, su capacidad para hacer relaciones públicas. En los países avanzados, algunos científicos se han separado del mundo académico, pasando a formar parte de los laboratorios del Estado, con jerarquías equivalentes a las de las universidades. Su éxito también depende de los contratos que tengan. Si tales científicos quieren ser reconocidos, no deberán repetir investigaciones ya hechas, ni permanecer aislados del acceso a la información y a los recursos; no se separarán de sus redes informales de contactos entre científicos y, si son muy hábiles, no se separarán realmente del mundo académico.
La relación entre la ciencia y la tecnología es verdaderamente delicada. Es común oír hablar de los tecnólogos como ignorantes que trabajan con criterios mecanicistas, en tanto que se piensa que los científicos son unos ingenuos y distraídos a quienes no interesa el mundo real. El intercambio entre la ciencia y la tecnología se lleva a cabo a pesar de estos prejuicios. Una va en busca de la verdad y la otra en busca de la eficiencia, pero todos en beneficio de la humanidad.
Ciertamente, es fundamental que las universidades estén vinculadas con la industria; pero de tal manera que la valoración del trabajo de los Científicos no se reduzca a su incidencia en los procesos de innovación tecnológica, sin que se les reconozca legal y correctamente la propiedad de los resultados de la investigación básica o aplicada (Sarukhán, 1985). Así podrá evitarse que se repita lo ocurrido en el Japón, donde son escasos los avances científicos, y el desarrollo de la economía está basado en la masificación de la tecnología comprada a otros países (Aranda, 1986).
Según Pérez Tamayo (1977), las prioridades de la ciencia en México no deben tomar en cuenta solamente los problemas más urgentes de nuestra sociedad, los cuales reclaman soluciones a corto plazo. El problema de este razonamiento es que, a pesar de su carácter persuasivo, se basa en una falta de conocimiento, por parte de los tomadores de decisiones, acerca de lo que son la ciencia, su naturaleza y sus objetivos. El problema es el concepto utilitarista de la ciencia. No se puede pensar que el criterio central sea el beneficio a la economía de un país o a la transformación de su tecnología, con incremento directo de la creación de bienes de consumo. Peor aún es el enlace obligado de la ciencia con la tecnología y no con la educación o la cultura. Es conveniente tomar en cuenta otros valores, además del económico, como prioritarios en el desarrollo de la ciencia.
"¿Cómo podemos establecer prioridades válidas con semejantes premisas? Aplicar soluciones para resolver los problemas más urgentes de nuestra sociedad. Así, sí tendríamos recursos" (Pérez Tamayo, 1977). Pero la ciencia no avanza así, y las revoluciones científicas no suceden de la misma manera que las revoluciones tecnológicas, sociales o económicas. De seguir este criterio utilitarista, el conocimiento generado se empobrecería y quedaríamos a la zaga de todos los otros países. Desde 1uego, a largo plazo esto implicaría una mayor emigración de cerebros y una mayor importación de tecnología. Sería aplicar criterios del subdesarrollo a un campo que evoluciona de otra manera. La solución de muchos de estos problemas prioritarios no es responsabilidad de los científicos, sino de los políticos. Sin embargo, "la ciencia en México es muy joven; hay que apoyarla aun cuando evoluciona en forma incipiente y no aplicarle criterios de países con una sólida tradición científica y con recursos ilimitados" (Pérez Tamayo,1977).
Es importante tener avances científicos independientes y tecnología propia, a la vez que es necesario generar criterios propios para planear el desarrollo científico y tecnológico. Ello deberá ocurrir rápidamente, ya que los cambios a nivel mundial se están dando en forma vertiginosa.
En el continente americano tenemos una problemática diferente a la del continente europeo. Los países que logran hacer desarrollos propios tienen problemas sociales, económicos y políticos que interfieren y limitan la actividad del científico y la transferencia de tecnología. Sufren, además, el asedio constante de empresas transnacionales que buscan beneficiarse por encima de los intereses de los países dependientes.
Sin disminuir el valor de la ayuda que proporcionan ciertas instituciones privadas, el sistema de valoración de la calidad de la investigación científica sigue siendo el criterio seguido en las universidades y en las asociaciones profesionales norteamericanas. Por lo que hace a la tecnología, la extroversión de la actividad nacional es la compra y venta de patentes, renglón que ha sido legislado internacionalmente pero que aún presenta problemas serios para los países subdesarrollados. Las empresas transnacionales, en sus fíliales regionales, no se dedican a impulsar los desarrollos científicos o tecnológicos (Segal, 1983).
En los países subdesarrollados de América Latina, existen organizaciones de promoción y difusión de los trabajos científicos. Comparados con los que hay en los países avanzados, sus logros son mínimos. Los científicos de Latinoamérica leen revistas norteamericanas- y publican en ellas por varias razones. La fundamental es que dichas revistas son las más difundidas y son las que tienen en sus comités editoriales a los especialistas más connotados de cada disciplina. Así mismo, tales publicaciones están avaladas por los sistemas de arbitraje internacional que, finalmente, son los que sirven como evaluación del trabajo y legitimación del conocimiento científico.
3. La organización institucionalizada de los científicos
La evolución de la ciencia requiere de establecer diferencias entre sus actividades y sus productos, así como de considerar, junto a la vida en el laboratorio, la enseñanza, la difusión, la utilización, y la influencia de los científicos en otras esferas de da vida social. Estas toman relevancia en una sociedad tecnológica moderna y buscan institucionalizarse y profesionalizarse. En una comparación entre las revoluciones científicas de los siglos XVI y XVII, la revoluci6n industrial. del siglo XIX, y la post-industrial que tenemos en los albores del siglo XXI, sobresale la relación entre la ciencia y la economía. El desarrollo técnico y la posibilidad de dominar algunos fenómenos naturales le han conferido a la ciencia un papel cada vez más activo.
El surgimiento de las academias científicas se dio desde el Renacimiento, en Italia. La Royal Society se fundó en Inglaterra en el siglo XVII y la École Polytechnique y la Académie des Sciences de Francia en el XVIII. Con ellas se inició la organización de las actividades de los científicos. Su influencia fue definitiva aun cuando estas instancias quedaban fuera del dominio de las instituciones económicas de sus países. Por aquel tiempo, los científicos eran considerados también por sus opiniones sobre la política y la economía. Sus posibilidades de concentrarse únicamente' en la investigación eran tan escasas como hoy.
En la época de la Revolución Francesa se le dio apoyo y relevancia a la actividad del científico, a la vez que se le permitió especializarse. La profesionalizaci6n de la ciencia provocó que se generasen valores respecto al saber científico, como son la neutralidad y la especificidad del conocimiento. Los científicos de la École Normale y de la École Polytechnique, estudiaban problemas de índole nacional y de relevancia política, pero no estaban asociados a las universidades, que eran exclusivamente escuelas de estudios superiores. Por ello, a mediados del siglo XIX surgió el concepto de investigación aplicada y se transformaron tanto la organización de la enseñanza como la estructura de la profesionalización de la ciencia y de la investigación (Pacheco Méndez, 1987).
No fue hasta el siglo XIX que los valores de la ciencia aparecieron como fundamento de la organización de las universidades. Hasta entonces los científicos eran diletantes o aprendices, pero en aquel momento se institucionalizo la investigación científica y se vinculó a la productividad industrial. Los alemanes tomaron este modelo de organización de la ciencia y lo incorporaron a su vida universitaria. Aun cuando habían sido más lentos en su desarrollo, lograron producir científicos entrenados, e inclusive libros de texto y aparatos para sus laboratorios. Así también, empezaron a convivir con los humanistas. En conjunto, transformaron sus universidades dedicándose a la investigación creativa. Fue muy vasto el progreso de la ciencia en aquella época. Los alcances en la física, la química y la biología, las convirtieron en disciplinas separadas, dedicadas principalmente a la conservación de la energía, a la elaboración de sustancias para la fabricación de textiles y a la teoría de la evolución. Los avances en las industrias del acero, de la electricidad y de la medicina dieron pauta para el intercambio entre la ciencia y la industria. Por ejemplo, la medicina científica avanzó gracias a los avances en la química y el desarrollo de los fármacos. Estas fueron las bases para los cambios que se dieron posteriormente.
Apenas en el inicio del siglo XX se definieron áreas y carreras de investigación científica, con maestros e investigadores calificados específicamente para el efecto. Esto, a la vez, transformó el papel de las universidades en el mundo entero.
En los Estados Unidos, la universidad fue concebida como motor principal del. desarrollo económico. Las instituciones universitarias dependían más del Estado y el progreso técnico se apoyaba fuertemente en ellas. Por lo tanto, estaban orientadas a resolver problemas prácticos. La idea de la investigación creativa no fue desechada; pero se le asignó un papel diferente.
Entre la primera y la segunda guerras mundiales surgió la profesión de investigador calificado y reconocido socialmente para utilizar el conocimiento y desarrollar actividades y tareas específicas en diversos terrenos. Esto le exigía al científico estar actualizado y producir conocimientos para el avance de la ciencia, con cierta flexibilidad y movilidad que, además, representaban un beneficio para el desarrollo de nuevos campos del conocimiento. Se instauraron sociedades de científicos, las que empezaron a tomar en cuenta las publicaciones y a organizar convenciones y reuniones para relacionarse entre sí. Es aquí donde la ciencia toma su carácter universal en la práctica.
Surgieron entonces los administradores de la ciencia, y los procedimientos de evaluación para el empleo del personal calificado. Los administradores regulan y controlan las actividades del científico para proporcionar condiciones óptimas para que pueda dedicarse todo el tiempo necesario a la creatividad y a la práctica de la investigación.
El impacto de esta situación orientó de manera diferente la institucionalización de la ciencia, así como el desarrollo de nuevos campos de investigación y de especialización. También representa un papel importante la investigación industrial; aun cuando goza de autonomía relativa, ha favorecido una gran cantidad de proyectos y una gran expansión de las actividades de los investigadores. Dicho fenómeno se ha incrementado en la época actual. Surgieron fundaciones privadas con el propósito específico de financiar la ciencia, y se crearon también financiamientos específicos de proyectos gubernamentales de relevancia nacional. También se crearon organismos nacionales e internacionales dedicados a la organización y difusión de la ciencia e inclusive a patrocinar estudios sobre el avance de la ciencia.
En Latinoamérica es otro el panorama. La falta de recursos y la dependencia económica causan gran lentitud y atraso, tanto en el desarrollo científico como en el tecnológico. Aun cuando se destaquen los científicos que están bien preparados, rodeados además a veces de buenos equipos de trabajo, sus esfuerzos no siempre pueden utilizarse en su país de origen y, en consecuencia, no se reflejan en la eficiencia de sus universidades. Por último, todos acaban haciendo referencia a sociedades e instituciones de países avanzados, y eso es lo que valoran ellos y las fundaciones que financian sus proyectos. Por su desarrollo político-económico y por los respectivos movimientos nacionalistas de América Latina, las universidades tienen más bien una tradición académica y profesional. Por ello se han creado centros e institutos dedicados específicamente a la investigación.
En algunos países de Latinoamérica, la importación de modelos de universidad y de investigación se hizo en el siglo pasado tomando Europa como modelo, sin que los científicos aportaran mucho de lo propio, incluso cuando se trataba de problemas locales. Puede decirse que no existe una tradición cultural científica secular en los países latinoamericanos.
La ciencia, a pesar de sus principios de verdad y libertad, con su propio método y código moral, es cada vez más una actividad normada y regulada institucionalmente. Por eso es importante considerar las formas de la institucionalización de la ciencia, las modalidades de investigación que se puedan generar con estímulos, y el efecto de éstas en el tipo de investigación y tipo de investigadores que se producen en nuestros países. En México, se da una estructura social característica de los países subdesarrollados, fuertemente influenciada por el modelo que se genera en los Estados Unidos.
4. Ciencia y política
La línea divisoria entre la ciencia pura y la aplicada la derivamos de la intención del científico y no del supuesto de que la ciencia sea, per se, pura o no-pura. Ambas tienen el común denominador de dedicarse al entendimiento de los fenómenos de la naturaleza, a través de razonamientos y observaciones sistemáticas y criterios de verdad sui generis, que todos sus practicantes comparten. Pero, desde el punto de vista práctico, las estrategias y la ubicación organizativa y social de los científicos es diferente cuando se plantean intenciones y finalidades diferentes respecto a los resultados de su trabajo. Aquí enfocamos inicialmente la política y la investigación pura, cuyos resultados no se piensan para una aplicación tecnológica inmediata. Esto se hace así con fines analíticos, sin soslayar que no existe una verdadera separación entre las ciencias pura y aplicada.
La política y la economía afectan a los científicos y determinan las facilidades o dificultades que afrontan en su trabajo cotidiano. Existe una ideología por la que los científicos pretenden que se les apoye, pero que no se les gobierne en relación con su trabajo. Se supone que en la moral científica reside un criterio de selección de objeto y de métodos, cuyos propósitos universales son la búsqueda de la verdad y la difusión de la misma. En este sentido, la ciencia tiene un carácter público; no es privado ni secreto. Mientras que no sea pública y universal, no será ciencia.
La comunidad científica no tiene fronteras geográficas, como no las tiene el conocimiento. La política y la economía, en cambio, no funcionan así; son más bien locales. Los cambios que en ellas ocurren afectan definitivamente el desarrollo de la ciencia a niveles locales. Cuando las fuerzas de poder cambian continuamente, la política científica puede verse forzada a transformarse. Desafortunadamente, el trabajo concreto y cotidiano de los científicos no se puede transformar de esta manera, sino que se transforma por sí mismo en sus modelos aproximativos, aunque no al exterior, y entonces se da aquí una contradicción: las estrategias científicas tienen una lógica, en tanto que la política y la economía tienen otra. En ambos casos existe la incertidumbre; pero en cada caso ésta es conceptualizada y tratada de distinta manera. En la ciencia, la productividad no está en relación con los insumos, y los consumidores no saben aún lo que van a consumir. A la vez, los resultados de la ciencia pueden afectar la economía y la política, y de maneras impredecibles.
La ciencia institucionalizada obedece de alguna manera a este conflicto y representa el papel de bisagra que sostiene el diálogo entre la economía política y el desarrollo de la ciencia pura. Por su parte, los líderes o jerarcas científicos desempeñan un papel muy importante en la toma de decisiones, siguiendo los patrones de la sociedad. La mayor parte de los científicos "puros" están ubicados en universidades o laboratorios del gobierno. En ambos casos las instituciones tienen, además, otras funciones. En la universidad se imparte también la educación superior, mientras que en los laboratorios del gobierno se desarrollan, simultáneamente, proyectos de tecnología orientados a resolver problemas específicos que se consideran de interés nacional.
Las diferencias de los dos tipos de instituciones que acabamos de mencionar reflejan lo que de Solla Price (1962) llama la "ciencia pequeña" y la "ciencia grande", refiriéndose en el primer caso al científico aislado en su laboratorio y en el segundo a los grandes proyectos y laboratorios donde la ciencia se hace precisamente "en grande". No es cuestión nada más de una escala numérica y de diferencias en los equipos, sino que, además, se considera en forma diferente la magnitud de los efectos de ambas variables. En el caso de la ciencia en grande, el número de artículos publicados no es necesariamente el criterio con el que se asignan los recursos, sino que están involucrados otros factores como el prestigio internacional del investigador o la forma en que los proyectos afectan a la sociedad, sin excluir sus consecuencias políticas.
La transición de ciencia pequeña a ciencia grande equivale, pensamos, a la evolución que sufre el científico en el proceso desde que hace su investigación en el laboratorio hasta que publica sus resultados; si éstos tienen impacto, pueden producir a su vez un crecimiento exponencial en su área, en términos de publicaciones y en el del número de investigadores. En tales circunstancias se puede hacer ciencia en grande. En los países subdesarrollados, en cambio, es más difícil lograrlo, debido a la falta de recursos y equipos. Por ella, en estos países se da prioridad a los proyectos específicos.
Para el apoyo a instituciones y a proyectos específicos se establece una serie de procedimientos por los que científicos de diferentes instituciones son consultados respecto a la distribución de los recursos. Si el proyecto es financieramente realista e importante para el avance del conocimiento y, así mismo, si las personas tienen el currículum que prueba la capacidad para llevarlo a cabo, el proyecto es aprobado. Este sistema, aunque tiene serios defectos, funciona en la mayoría de los países desarrollados, donde una sólida tradición científica permite reconocer el nivel de excelencia. En los países en donde la organización de los científicos no ha adquirido aún tal relevancia, existen muchos proyectos pobres, aislados, y cuya única salida es la publicación en revistas extranjeras. En todos los países existe una lucha por conseguir recursos para la investigación; las pautas para la asignación de los recursos no son siempre las mismas.
La competencia entre los científicos toma formas muy agudas, al grado de que en muchas ocasiones contradicen los supuestos de la ética científica. Existe el fraude: a veces, los resultados que se publican ya han sido publicados anteriormente, y ha sucedido que se publiquen resultados de alumnos como propios. Para apropiarse de las ideas de otros, basta ponerse a discutir sus resultados de una manera informal; esto puede suceder incluso inconscientemente, ya sea interpretando resultados que favorecen una teoría o, sin verificarlos, haciéndolos aparecer como mucho más importantes y trascendentes (Broad & Wade, 1982). Hay que recordar que una vez publicado un resultado, es público. Nadie más puede patentarlo, pero sí usarlo. Por supuesto, el autor también puede aprovecharlo, pero sin derecho de exclusividad. La primacía es lo que cuenta; eso hace que la competencia entre los científicos los lleve a guardar su secreto y a publicar lo más rápidamente (y someramente) posible sus hallazgos (Gaston, 1972).
Esto sucedería más frecuentemente, si no fuera por los filtros que los artículos en vías de publicación tienen que pasar en muchas ocasiones. Ese arbitraje funciona de forma paralela al sistema de criterios para asignar recursos. Respecto de estos últimos, cuentan las relaciones sociales y el prestigio del investigador. Cuando él tiene acceso a la élite de científicos poderosos, o si éstos tienen preferencias personales por él, lo cual es factible (Mahoney M, 1977), sus oportunidades de ser reconocido y obtener dinero aumentarán.
En tanto que los beneficios de la investigación pura no son tangibles ni tienen un comprador inmediato, su costo es muy alto. Su única producción tangible son los artículos publicados para el consumo de otros científicos. Más aún, las especializaciones son tan finas que es difícil evaluar el verdadero peso o valor de los artículos, en comparación con otros.
La tecnología tiene sus propios desarrollos, los cuales tienen que ver más con la cuestión práctica que con los descubrimientos hechos en el laboratorio. Muchos avances de la tecnología, como ocurre en la agricultura, no son producto del trabajo de los científicos. En muchas ocasiones, los desarrollos tecnológicos han dirigido los descubrimientos científicos. Esto nos lleva a pensar que la mística sobre la que descansa el trabajo del científico puede ir en perjuicio de su propia actividad cuando las decisiones políticas cuestionan la relevancia del objeto. Cada disciplina tiene sus particularidades; por ejemplo la biología molecular, cuyos hallazgos distan mucho de ser aplicados de inmediato, a diferencia de los de la química, que además de ser una de las disciplinas más pobladas trasciende más rápidamente en áreas donde se requieren soluciones a problemas concretos por lo que incide así en los desarrollos científicos a través de las prácticas de la farmacéutica y la alimentación en la vida cotidiana.
La ciencia pura se encuentra en un predicamento: o el científico hace ciencia por el deseo de hacer ciencia, independientemente de lo que la sociedad necesite, o hace ciencia que resuelva los problemas más urgentes de la sociedad. Los científicos tienen que preocuparse por mejorar la calidad de la vida. El gobierno de los Estados Unidos gasta el doble en la investigación relacionada con cuestiones militares de lo que dedica a todas las otras áreas. Aquella cantidad es, además, el triple de lo que dedica a programas de apoyo a países en desarrollo (Dickson, 1984). En este caso, el predicamento es más grave ya que las investigaciones patrocinadas por el Pentágono no siempre pueden ser publicadas. Existe un problema de seguridad nacional, que se opone a los principios universales de la ciencia.
Este hecho ha ocasionado protestas en las universidades y ha motivado que muchos investigadores se olvidaran de su compromiso previo con el conocimiento científico y adquirieran un compromiso político. Ahora existen científicos civiles y científicos militares. A su vez, las universidades encuentran atractivo manejar fondos militares, ya que esto les permite tener mayor influencia en la política nacional. En las universidades en las que las protestas han sido violentas y han tenido un éxito relativo, se han separado los laboratorios que tienen proyectos clasificados como militares y se han convertido en institutos o empresas independientes. Tal es el caso del Stanford Research Institute, en California.
En los Estados Unidos, en los campos de la computación, la electrónica y las telecomunicaciones, el manejo y la publicación de resultados están controlados por las dependencias del gobierno, bajo la premisa de que el manejo de patentes es una responsabilidad de la sociedad en favor del trabajo del científico.
Los congresos y reuniones internacionales que antes se llevaban a cabo amigablemente, es seguro que hoy tencan ya anécdotas acerca de restricciones oficiales y empresariales para su organización. Quizá ya no sean tan amigables y frenen el avance de la ciencia, superponiendo los intereses políticos a los intereses del conocimiento.
Existe una tendencia al uso de la ciencia como forma de control, hasta el punto de que ciertos avances tecnológicos son regulados por la ciencia como si se tratara .de un proceso de legitimación de los abusos del desarrollo industrial. Además, la ciencia puede ser utilizada como argumento político en tanto que su objetividad y su prestigio social sigan vigentes. Por último, cabe recordar que el impacto de la ciencia y la tecnología generan una serie de problemas sociales y políticos, de los que el científico no podrá sustraerse.
5. La actividad científica
Sobre la actividad científica se han hecho tres tipos de estudios. Los históricos, en los que se explica el desarrollo de la ciencia a través de las continuidades y discontinuidades en la producción del conocimiento científico; los filosóficos, acerca del método con que se adquiere el conocimiento y, por último, los que se hacen sobre los problemas sociales relativos a la ciencia y a los científicos: su comportamiento y las condiciones en que desempeñan su trabajo. Los primeros y los segundos se enfocan sobre las variantes internas. Los terceros buscan dar resultados a través de las variantes externas de la situación en la que el conocimiento se produce. Tenemos que tomar en cuenta las metas específicas de la tarea de los científicos, y entender el carácter del conocimiento adquirido como producto de un proceso histórico. De esta manera, el rejuego de las condiciones externas y las posibilidades internas del conjunto de actividades objetivas y subjetivas que lleva a cabo el científico, podría ser explicado a la luz de una concepción más amplia del significado de la palabra "ciencia".
La ciencia se basa en la experiencia individual del investigador, que es trasmitida a través de un código socialmente aprobado. La actividad es el trabajo intelectual que se asocia a la formulación de interrogantes, la búsqueda de información relacionada, el descubrimiento de irregularidades y anomalías, la búsqueda de variantes, la elaboración teórica, su comunicación con otros científicos y su difusión a través de publicaciones acreditadas y correspondientes la disciplina o el problema que se estudia.
Como individuo inscrito en una sociedad, el científico se halla involucrado en otro tipo de actividades, en las que también se contempla su relación con los grupos sociales y las instituciones culturales o políticas a las que pertenece. Por eso, los problemas profundos a los que la ciencia se enfrenta hoy en día son tanto epistemol6gicos como sociales.
Ni el trabajo del científico está aislado de su medio ambiente, ni tampoco el conocimiento científico está nada más determinado por dicho medio. Un buen análisis del avance de la ciencia tiene que involucrar ambos aspectos. El trabajo intelectual y la creatividad del científico se asocian a un conjunto de actividades que no son formales, pero que se derivan en un conjunto de operaciones, unas perfectamente descritas y delimitadas por el método y otras que no es posible delimitar, y que los científicos aprenden en el transcurso de su entrenamiento. No se trata solamente de seguir el método científico, como si fuera una receta de cocina, sino de utilizarlo para descubrir una verdad acerca de la naturaleza. Este es un aspecto subjetivo que trasciende los fundamentos formales de la ciencia y los supuestos de la actividad científica. Es por ello que hacemos una diferenciación entre las actividades del científico y el conocimiento científico. En este nivel de abstracción, consideramos al científico como a un artífice.
En el libro Arte de la investigación científica, de Beveridge (1950), se habla del sentido común, la intuición, como una de las condiciones sine qua non, para hacer investigación. Sin un sentido común entrenado no es posible desarrollar la clase de trabajo que lleva a cabo el científico. El sentido común se basa en la experiencia, en el conocimiento y en la concepción. total de vida que tenga el investigador. Aun cuando él no esté consciente de ello, su sentido común incluye sus expectativas, sus modalidades de trabajo, su ideología y sus metas.
Otros dos factores que intervienen en el proceso son la sensibilidad del científico hacia su objeto de estudio y la habilidad técnica que tenga para instrumentar sus observaciones. Ya sea que los datos se deriven de objetos tangibles o de meros conceptos, ya sea que el científico lleve a cabo en el laboratorio una descripción, una repetición o una inducción, siempre estará comprometido a darle un sentido preciso a la elección de su problema y al uso de sus instrumentos de análisis. Dicho sentido preciso es producto, de su experiencia y de la de sus colegas, y se ve afectado por la duda o la certeza (Young 1951). El control y la regulación del uso de los instrumentos es también objeto de la actividad del científico. Se han desarrollado métodos y técnicas de observación y experimentación muy complejas, las que, en la medida en que se utilizan, son modificadas y afinadas por el desarrollo mismo del conocimiento o por la introducción de nuevas tecnologías.
Cada investigación es peculiar y cada investigador tiene su estilo particular para llevar a cabo su investigación. Hará elecciones y juicios personales que puedan ser diferentes a los de otros científicos que trabajan en su mismo campo, pero seguirá los criterios generales de adecuación y precisión de sus productos. Lo que se espera de todos es cierta disciplina autoimpuesta, el rigor que cada campo específico establece. Mientras más contables sean los patrones que establecen qué es lo falso o lo verdadero, más sana será la comunidad a la que los científicos pertenecen.
A este proceso se agregan diversos factores, entre ellos el liderazgo propio de la disciplina y del grupo de pares en que se ubica el investigador, la forma de los datos, las transformaciones que sufren y su tratamiento y, por último, los instrumentos disponibles (materiales, conceptuales o matemáticos). Todo esto, matizado por un criterio que implica el uso del sentido común para determinar su relevancia.
Los datos se pueden derivar de la teoría, o se pueden abocar a partir de las observaciones de los hechos naturales (Bunge, 1969). Tienen que ser susceptibles de sistematización y basarse en una hipótesis que permita al investigador evaluarlos intuitiva y formalmente, sin introducir errores. El sentido de los datos se adquiere, además de con la ayuda de la experiencia, por la observación y la conceptualización de lo observado; sin esta habilidad, el científico se hundirá en un pantano de datos inservibles.
El criterio que funde las observaciones y la recolección de los datos es la guía que sigue el científico para refinar y transformar sus propios datos en enunciados que puedan ponerse a prueba al comparárselos con la información relativa existente, ponerlos nuevamente a prueba o elaborar interpretaciones a través del uso de diversos instrumentos. Uno de éstos son las matemáticas, en la que los patrones resultantes permiten reciclar la información y establecer nuevas hipótesis y nuevas observaciones. El problema evoluciona o se descarta, y en este punto de la investigación el científico tiene que tomar una decisión "sabia", teniendo que evaluar si sus datos satisfacen o no los postulados que esgrimió previamente.
También puede suceder que un investigador siga un camino de investigación equivocado, y que tarde mucho tiempo en darse cuenta. Esta es una parte de la ciencia, como también lo son los errores que llevan a grandes descubrimientos. El científico tiene que enfrentarse a la incertidumbre de sus resultados, aun cuando ésta sea una cuestión de grado, ya que puede incluirse un error sistematizado por la ignorancia o por falsas expectativas a la vez que pueden generarse resultados que sólo son verdaderos aparentemente. Más grave es el hecho de que éste, que es un riesgo que corren todos los investigadores, puede causar daño no solamente por el hecho de que pueda llegarse a deducciones equivocadas, sino porque en algunos campos el uso de los resultados para desarrollar tecnología es más directo, como por ejemplo en la biofarmacología.
Normalmente, esta clase de problemas se resuelve haciendo predicciones, aplicando pruebas rutinarias que se han desarrollado antes en los campos respectivos. Medawar (1979) asegura que los errores deben corregirse lo más pronto posible y que un científico enamorado de sus hipótesis corre el peligro de pensar que la intensidad de la creencia en sus hipótesis, las hace mas ciertas.
Los instrumentos que utiliza el científico van desde el lenguaje "técnico", las representaciones matemáticas, hasta los sofisticados equipos que constantemente se están produciendo. Los instrumentos definen en muchas ocasiones el tipo y la forma de las observaciones del científico, de una manera muy sutil. Se requiere un manejo habilidoso de los instrumentos para neutralizar este fenómeno. Más aún, la introducción de nuevos instrumentos en un campo pueden transformarlo y, en consecuencia, transformar el currículum de entrenamiento de los investigadores.
El entrenamiento de los estudiantes y futuros científicos es otra de las actividades que el científico desempeña, a pesar de los costos de tiempo que ello significa en detrimento de su campo de trabajo y de su propia investigación. Este aspecto no debe ser descuidado. Sus estudiantes son los que podrán reproducir y difundir sus logros, su estilo y quizá, con suerte, mejorar todas las actividades que hasta este momento hemos mencionado.
Muchas de las rutinas cotidianas en el uso de las técnicas de investigación se aprenden por experiencia en el desarrollo de la investigación concreta. Si bien existen manuales muy completos, el investigador recurre a consultas informales con sus colegas. Cada investigador, en su trabajo cotidiano, toma un gran número de decisiones que están basadas en su experiencia y en su estilo propio de utilizar su red de informantes.
En ese estilo particular del investigador están reflejados su personalidad, sus intereses, su ideología, sus habilidades y su destreza social. No existen dos investigaciones iguales, aún cuando se hagan en el mismo campo, siguiendo el mismo objetivo y con instrumentos similares. Los investigadores mismos se cuidan de esto, ya que una simple réplica, un trabajo que no sea al menos en algo diferente de otro similar, es una pérdida de tiempo. Parte de la preocupación de los científicos es su originalidad, independientemente de que sus resultados estén presentados de una manera formal e impersonal. Los expertos de su mismo campo sabrán reconocer las sutilezas y el valor de las diferencias. Por ello es importante la existencia de los "colegios invisibles", o grupos de especialistas afines, que no funcionan institucionalmente :
La búsqueda de reconocimiento ha generado que algunos científicos desarrollen habilidades de empresarios, y esto los obliga a mantenerse continuamente informados sobre lo que sus colegas están haciendo.
La competencia entre los científicos está asociada a sus motivaciones para ser recompensados con el reconocimiento de su comunidad y de las comunidades académica e industrial, así como para alcanzar credibilidad y liderazgo a fin de obtener recursos.
La credibilidad se obtiene publicando en las revistass acreditadas. Es claro que los elementos de status, posición institucional, rango de influencia y disponibilidad de fondos son recursos con los que el científico cuenta para acreditar su trabajo. Además, debe desarrollar cierta habilidad para reconocer el momento apropiado para dar y recibir colaboraciones.
Esta habilidad determina su trayectoria y su carrera; le abre muchas puertas. Las posiciones que haya podido ocupar, inclusive administrando una investigación desde un puesto como el de director de proyecto o de algún instituto, cuenta para el aumento de sus créditos y de su poder.
6. Las publicaciones
El enorme, desarrollo del conocimiento científico se refleja en la proliferación de las publicaciones de literatura científica. Esta se ha duplicado prácticamente cada diez años (Solla Price, 1963). Existen cerca de 30,000 revistas científicas, que ha publicado cerca de seis millones de artículos (a partir de la aparición de Physics Abstracts en 1900), con un incremento de cerca de medio millón por año. Según este autor, la producción científica se duplica aproximadamente cada 15 años (Solla Price, 1961).
Las discusiones científicas y técnicas alcanzan un mayor grado de detalle en la medida en que son cuestionadas. Para apoyar o rebatir una idea, muchas veces es necesario revisar hasta 30,000 artículos, cada uno de los cuales contiene un dato diferente por lo menos (Latour, 1987).De tal manera nos damos cuenta de la relevancia de las características específicas del artículo científico y de la cantidad de personas e instituciones que están involucradas en el almacenaje del conocimiento.
En el artículo científico se utilizan argumentos y contraargumentos obtenidos por lo general de otros artículos anteriormente publicados. De estas deducciones, el científico deriva las hipótesis que hace. El análisis de árboles de citas que aparecen en artículos constituye hoy en día uno de los criterios más utilizados para definir las ideas semanales que dan lugar a especialidades científicas nuevas.
Cuando se cita un articulo, además de citarse su contenido se cita la reputación del autor o de la publicación, en que apareció. En última instancia, se cita el sistema de arbitraje que está detrás de todas 1as publicaciones científicas. A este nivel, la palabra escrita tiene un peso determinante. Se le llama "argumento de la autoridad", y se apela a él siempre que se presenta alguien con líneas de razonamiento extracientíficas.
En teoría, la lógica científica se opone al argumento de autoridad; pero en la práctica rigen ambos criterios. La verdad está a menudo con la mayoría. 1
Hay mucha gente involucrada en la publicación de un artículo. Si un investigador disiente de lo que en él se dice, tendrá que debilitar los principios y el trabajo allí invertidos. Deberá trabajar mucho para probar lo contrario, y esto implica cuestionar además el prestigio tanto del autor como de la institución a la que pertenece. Así, es evidente que el archivo del conocimiento contiene también errores sin descubrir o sobre los que no se ha informado. La ciencia no está exenta de incongruencias en sus publicaciones, aunque, presumiblemente, estos casos son los menos. Un artículo al que mucho se recurre habrá pasado por muchos ojos y puede suponer que no contiene errores. Por otra parte, el artículo científico no puede aparecer aislado, sin referencias, por el hecho de que en tal caso no representa para el científico ni para la ciencia un avance real.
Recurrimos nuevamente al carácter universal y público de la ciencia, por lo que en la actualidad es fundamental publicar libros o artículos. Los primeros tienen la función de enlazar dentro de un marco teórico mucha de la información que aparece en los artículos y, ocasionalmente, formar una opinión. Los artículos, en cambio, son muy específicos y se refieren a partes muy especializadas del conocimiento.
Los artículos son citados por muy diferentes razones. Por ejemplo, muchas veces se los cita porque versan sobre un tema que tiene relación con aquél en el que se trabaja, y pueden ampliar la información respectiva. Otras, sirven de soporte o evidencia de lo que se dice. En otras más, finalmente, la lectura deformada hace que se cite algún artículo fuera de contexto. En el peor de los casos, el articulo puede ser ignorado y entonces el científico experimenta la injusticia del sistema. Según la APA (American Psychological Association), más del 50% de los artículos publicados en revistas especializadas nunca son citados (Garfieid, 1977c).
Los estudios de citas se hacen a través del Science Cítation lndex, un instrumento bibliométrico diseñado para analizar las citas que de un artículo científico hacen otros autores. Podría parecer que el avance de la ciencia se debe a un número muy reducido de artículos, los más citados.
Por estas y otras razones los estudios que se basan en el Science Citalion Index han sido criticados negativamente por la comunidad científica y por los sociólogos que estudian el avance de la ciencia, debido a que no permite clasificar todos los artículos y los resultados son inexactos (Hicks, 1987).
El papel de las publicaciones y el sistema de arbitraje en el avance de la ciencia, es muy importante. Su función puede estimular y hacer avanzar áreas específicas del conocimiento; pero también puede convertirse en un verdadero obstáculo para la aparición de nuevas ideas.
El proceso editorial consiste en enviar el artículo al director de una revista apropiada éste a su vez lo envía a un comité de expertos, para su arbitraje (dictamen). El árbitro, basándose en su experiencia y su criterio, que no necesariamente son objetivos, decide si el artículo se publica o se rechaza. Si sucede esto último, el editor se lo devuelve al autor sin mayores explicaciones. Este procedimiento puede acarrear problemas serios en términos de la influencia del editor sobre el comité de expertos. En un alto porcentaje de ocasiones, la decisión de publicar un artículo es del editor.
Así, el artículo científico tiene muchas otras funciones, diferentes de las que lo originaron. Pérez Tarnayo (1982) afirma que muchas veces el papel del artículo es únicamente el de "contaminar". El mismo autor afirma que la calidad del artículo puede establecerse leyéndolo cuidadosamente y tomando en cuenta los criterios de originalidad, fecundidad y generalidad. A gran escala, sin embargo, la valoración del trabajo de los científicos sigue los criterios de acumulación del "Indice de citas".
La publicación de un artículo lleva implícito el reconocimiento de la autoría intelectual. El sistema de citas es una forma de retribución, por el uso de la información, a su "propietario". La ética profesional retribuye al autor original por el uso de sus resultados. Si por su parte el sistema de patentes obedece a una normatividad superior económica regulada por el Estado, gran parte del conocimiento que se produce no conduce a una patente, y por ello la publicación tiene la función autentificadora a que nos referimos. El uso que posteriormente se hace de la información no puede regularse y en muchas ocasiones ha generado conflictos entre investigadores, acerca de la propiedad intelectual de los resultados.
La adjudicación de dicha propiedad intelectual puede funcionar también de otras maneras, ya que el científico maneja así mismo canales informales de comunicación y recibe la crítica y aprobación de sus colegas a través de los "colegios invisibles". De esta manera, los intereses colectivos están a su vez involucrados y el reconocimiento de la autoría ingresa en el nivel de intereses que tienden a preservar la estabilidad del sistema.
Conviene hacer evidente que, muchas veces el "conocimiento" previo es descartado por la revisión de los resultados experimentales o por el descubrimiento de errores o erratas en los resultados teóricos. El manejo del conocimiento nuevo debe considerar el mérito relativo de los investigadores anteriores y la posibilidad de que, parte de él al menos, pueda ser erróneo, o de que pueda caducar por el advenimiento de nuevos "paradigmas".
Finalmente, sabemos que el objetivo principal del científico no es sólo publicar, sino recibir una crítica y un reconocimiento. Este es otro medio por el que la ciencia avanza.
El ciclo informal de generación y depuración de la información es típicamente verbal, aunque puede incluir otros medios como el teléfono o las redes de comunicación rápida (electrónica), tales como el e-mail. Estimativamente podemos decir que un grupo de tres investigadores, trabajando en un problema de propagación de luz polarizada, producen un manuscrito científico en tres meses de discusiones, cálculos y tiempo de escritura y tecleo del "preprint". La información, entonces, entra en el ciclo formal de arbitraje o dictamen, corrección, composición tipográfica e inclusión en la sección correspondiente de la revista, en campos como la física.
Los productos finales típicos del sistema científico son los "escritos", los que se caracterizan por su permanencia física en los acervos bibliográficos. Los tiempos de la comunicación formal son por necesidad más larcos; dependiendo de la revista y de su especialidad, el artículo entregado puede tardar de tres semanas a dos años en publicarse. Cuando aparece, el resultado puede ya no ser estrictamente nuevo: otros grupos de investigadores pueden haber duplicado el trabajo respectivo, sin conocer del resultado final y el investigador que encontró éste se estará dedicando ya a otros problemas. A menos que existan redes de comunicación entre los individuos que participan en el ciclo informal de la generación de la información, que pertenezcan también a grupos de otros campos del conocimiento, los demás grupos o colegios conocerán el resultado del primero sólo cuando éste haya salido como un producto final del ciclo formal.
Una sociedad tiene un crecimiento armónico cuando la información que recibe de sus diversos sistemas es congruente y los productos que se le presentan son acordes con sus expectativas (Karp, 1987). Cuando el crecimiento es lento, el tiempo entre la concepción de las ideas y su objetivación en productos industriales y en legislación normativa pueden ser amplios, sin menoscabo de la estabilidad social. En cambio, una sociedad en rápido proceso de industrialización y culturización en medios urbanos, por ejemplo, no admite rezagos en la congruencia de las comunicaciones y productos de sus sistemas. La inestabilidad resultante de tales rezagos incluye tanto la gama de males producidos y la modernización acelerada propia de los países del subdesarrollo, como las insatisfacciones sociales propias del mundo desarrollado.
Los rezagos que ocurren entre los sistemas científico, tecnológico e industrial y, en menor medida, los del gobierno y la educación que le son cercanos, resultan de especial interés. El primer propósito al delinear los dos ciclos de comunicación que se dan en cada uno de tales sistemas, es el de entrenar el ojo para que perciba corno obvio el atajo que consiste en saltar el ciclo de comunicación formal entre dos o más de ellos, fomentando las redes entre los investigadores de las universidades y las industrias. El segundo propósito, limitante del primero, es resaltar la importancia de mantener el ciclo de arbitraje o dictamen de uno de los sistemas separado del otro, pues cada uno cumple con la función imprescindible de avalarlo, sobre bases objetivas, para su uso e información por parte de la sociedad.
7. La comunicación entre científicos y la formación de redes
Hemos arribado a un punto en que es evidente que las publicaciones no reflejan toda la actividad de los científicos. Esta suele desarrollarse de una manera totalmente informal, influenciada por la casualidad y, en muchas ocasiones, regida por el criterio personal del investigador.
Ackoff y Halbert, en 1958, hicieron aproximadamente 25,000 observaciones de las actividades cotidianas de 1,500 químicos, en universidades e industrias. Descubrieron que el tiempo invertido en comunicarse entre unos y otros variaba entre el 16% y el 61%. La media era del 33%. Esta inversión de tiempo, comparada con otro tipo de actividades en las que los porcentajes eran mucho menores, los llevaron a concluir que la comunicación entre los químicos era una de las actividades más importantes que llevaban a cabo. Es decir, que el intercambio de información es un factor determinante en la investigación científica. Menzel (1958), inclusive, tipificó las funciones de la información y demostró que las redes informales enlazan al científico que tiene la información con el que no la tiene.
No sabemos si las variaciones en los patrones de comunicación entre científicos realmente afectan el desarrollo del conocimiento. Es conveniente profundizar en la cultura y organización del trabajo de las comunidades, grupos o instituciones científicos, para entender la interacción entre los componentes cognitivos y sociales de las actividades asociadas a la ciencia.
Hasta ahora hemos descrito cómo el conocimiento científico es acumulado, evaluado y reconocido. Recordaremos, también, que su crecimiento se ha representado en una curva logística. Por su parte, el crecimiento de las publicaciones pasa por las siguientes cuatro etapas, según Crane (1972):
1) Un período inicial en el que los incrementos absolutos son pequeños, aun cuando la razón de crecimiento sea grande.
2) Un período de crecimiento exponencial, cuando el número de publicaciones de una especialidad se duplica
a intervalos regulares.
3) Un período en el que el rango de crecimiento declina, pero los incrementos anuales absolutos quedan aproximadamente constantes.
4) Un período final en el que ambos declinan y, ocasionalmente, llegan a cero. Price (1963), argumenta que 1as ciencias básicas están en la segunda fase de crecimiento.
Según Crane (1972), e1 crecimiento logístico del conocimiento científico es el resultado de la explotación de las innovaciones intelectuales por un tipo particular de comunidad social. La cuestión es cómo la organización de las comunidades científicas afecta el crecimiento del conocimiento. Pocos problemas sociológicos son tan complejos como el que trata de explicar las instituciones sociales que producen ideas, pues en tales casos no sólo se trata de dilucidar las relaciones entre los seres que las producen, sino que se trata también de explicar esas mismas ideas, así como el proceso de retroalimentación que éstas producen en la comunidad.
Las comunidades son entidades diferentes entre sí, pero interconectadas de modos diversos y no directamente observables si no se es miembro de ellas. Si se desea entender el comportamiento científico, se debe tener alguna idea del estado de la especialidad que se estudie, así como de las características de quienes en ella trabajan.
Si es verdad que el desarrollo de las comunidades y los grupos de científicos tienen efecto en el desarrollo del conocimiento, es necesario buscar medios para identificarlos. Price (1965) dice que a través del Science Citation Index es posible observar cómo los artículos "seminales" siempre se refieren o están ligados a un grupo más pequeño de publicaciones relacionadas entre sí anteriormente, las que están publicadas en menores intervalos. Esto muestra que la literatura respectiva a las ciencias básicas se entrelaza en conglomerados de artículos científicos, cada uno de los cuales está ligado a otros artículos o conglomerados. Estos representan áreas de investigación y cúmulos de problemas relacionados entre sí. Reflejan, desde luego, la comunicación formal entre los científicos, a través de publicaciones.
Nos preguntamos si en la literatura científica se reflejan esos conglomerados. Debe de existir una serie de actividades de los grupos de científicos, una determinada comunicación entre ellos, representable de alguna manera, la cual forme una red u otra clase de estructura que no esté regida, ni por las instituciones, ni por la mera secuencia lógica de la producción sistematizado y acumulada del conocimiento científico.
Ningún grupo de investigadores, o campo de investigación, está completamente aislado de los otros. Los intercambios de ideas, las participaciones de individuos en dos o más tipos o campos, las publicaciones en revistas multidisciplinarias y los lazos organizacionales y sociales, permiten la difusión de las ideas en toda la comunidad. Lo hacen en formas tan complejas que es difícil identificar un patrón de comunicación común que sea válido en todos los campos de la investigación. Aun las designaciones que utilizan los científicos para describir sus campos de investigación están cambiando constantemente. Las fronteras entre una y otra disciplinas son flexibles, y de continuo surgen campos híbridos en tanto que el contexto de los hechos no pertenece a una sola disciplina.
Por un lado, los problemas que se estudian están cambiando; y por otro, están cambiando los instrumentos para estudiarlos. Tales cambios requieren que el científico esté puntualmente informado sobre los avances que se producen en su propio campo, así como sobre los que se producen en campos afines. Las líneas de comunicación de "grupos de frontera" no siguen necesariamente la organización institucional, ni aparecen inicialmente en el análisis de la literatura formal corriente.
Esto sugiere que existe una organización muy compleja, de la que los propios científicos inmersos en ella se darán cuenta sólo parcialmente. Según Crane, el término que mejor describe la organización social del conjunto de miembros de un área de investigación es el de una red, o estructura de conexiones identificable por los nodos que representan los individuos científicos, y donde las ligas son así mismo alguna clase de comunicación entre ellos. Las ligas pueden ser de ideas, de intercambio de recursos, o meramente sociales. Según Kadushin (1966 y 68), los linderos exactos de un "círculo social", como él llama a esta estructura, son difíciles de definir. Inclusive, es difícil localizar a todos sus miembros, pues cada uno de ellos conoce a algunos otros, pero no a todos. Esto sucede a pesar de las reuniones organizadas ex-profeso para que se conozcan ya pesar de los congresos del grupo. También la interacci6n indirecta, mediada por otros canales, es un aspecto importante en este orden de ideas.
En la comunidad científica, aun cuando haya figuras centrales, no suele existir un liderazgo formal. Los científicos aconsejan o critican, pero no pueden demandar comportamientos específicos de otros de ellos, ya que la estructura de sus redes sociales no corresponde a la estructura de la burocracia. En principio, los científicos están guiados exclusivamente por su interés de conocer la verdad de lo que estudian y no por la adquisición de un status o una posición de poder. Sin embargo, hemos venido observando la burocratización del trabajo del científico en razón de las posibilidades de acceso a la administración de los recursos. "Publish or Perish" puede ser un medio, pero no el objetivo central de la actividad del científico.
El intercambio de información entre científicos, a través de comunicaciones informales, ha sido un fenómeno al que los investigadores de la ciencia han prestado una atención especial (Crane, Mullins, etc.). Garvey (1970), ha estudiado en la American Psychological Association, el tiempo que media entre la concepción de un proyecto y su primera publicación. Si se sigue la secuencia a partir de la iniciación del proyecto hasta la primera publicación, generalmente habrán transcurrido cinco años. El autor estima que pasan dieciocho meses antes de la comunicación preliminar y que, normalmente, es sólo treinta meses después que se somete el primer artículo a una revista especializada. Aun así, tomará todavía seis meses más para su aprobación y publicación, si es el caso, y en muchos de los casos todavía pasará otro año para que el artículo ya publicado entre en el Psychological Abstracts. Pasan otros dieciocho meses para que el artículo sea mencionado en el Annual Review y, sí sumamos, habrán pasado cinco años antes de que esta investigación sea reconocida internacionalmente (Crawford, 1971 y Griffith, 1963). Esto sucede en la Psicología. En otras disciplinas corno la Física, los tiempos son más reducidos; el ciclo descrito puede tardarse entre seis semanas y seis meses. En este período ocurren muchos intercambios de opinión e información entre el científico y sus colegas en las redes de comunicación.
Los científicos han intentado de muchas maneras saltar estos pasos a fin de tener información sobre lo que otros científicos hacen; para eso les pueden servir sus redes. En los años sesenta se crearon muchos grupos de contacto o comunicación entre los investigadores. Los congresos, convenciones y symposia tienen una función similar y en ellos ocurre que las redes se amplían. En muchas ocasiones, los contactos son por referencias personales. De cualquier manera resultan en comunicaciones no formales, que sirven al avance profesional.
En un estudio que llevó a cabo Susan Crawford (1971), se pidió a los científicos que hicieran una lista de las personas con quienes se habían comunicado al menos tres veces durante el último año, en relación con su trabajo. La autora descubrió que en promedio habían tenido 3.3 contactos durante el año. En el 42% de estos casos, la comunicación se había establecido con científicos de otras especialidades; el 58% de los participantes en la encuesta habían sido consultados por otros de su mismo campo. También se observó que el 42% de los científicos no habían sido requeridos por nadie. El 11% de los científicos había participado en el 54% de todas las comunicaciones establecidas. O sea que el 11% (33 científicos) habían entrado en contacto con mas de seis científicos en promedio, o sea cinco veces más que los demás, en la misma área. Concluimos que, en las redes, algunos miembros son más centrales que otros.
Se podría revisar el correo de estos científicos y se daría uno cuenta de que, de esta manera, suceden los más inusitados contactos, inclusive entre quienes trabajan en disciplinas diferentes. La invitación de investigadores de un instituto a otro por períodos cortos, genera no solamente nueva información, sino nuevos grupos de trabajo, que en conjunto constituyen los "colegios invisibles".
Los grupos de científicos buscan diariamente nuevas formas de comunicarse. Muestra de ello son las conferencias, los seminarios y las sociedades no ofíciales, que, aunque en ocasiones no son muy exclusivas y en otras no incluyen a los de mayor reputación, resultan ser eficientes. en tanto que permiten el intercambio no institucionalizado de la información que se está procesando.
En resumen, podemos decir que hay una forma no organizada de comunicación entre los científicos, la cual no se presenta únicamente en forma que se pueda observar en las instituciones o en las publicaciones formales. Es evidente que estos contactos se establecen de persona a persona en forma oral o escrita, y que en ellos no necesariamente se intercambia sólo información publicada. Si este intercambio no ocurriera, habría un empobrecimiento significativo en las áreas donde esto no sucede. Sería visible en el número de publicaciones.
El concepto de "colegios invisibles" ha sido utilizado por muchos investigadores de la ciencia. El nombre se deriva del grupo que en el siglo XVII dio origen a la "Royal Society of London". El significado del término ha cambiado mucho, pero la idea central se sigue refiriendo a una organización social no visible de investigadores, que llevan a cabo una serie de intercambios de información en sus respectivas especialidades, no únicamente a escala nacional, sino internacionalmente. Los investigadores aseguran, estar en contacto unos con otros, y aseguran que esto les sirve para obtener información antes de que sea publicada. Ya que estos colegios incluyen principalmente a los investigadores sobresalientes en cada disciplina, tienen influencia para controlar recursos y dirigir a sus gobiernos en el apoyo a ciertos proyectos. En el análisis de las redes, ellos aparecen como nodos centrales que reciben los más altos porcentajes de comunicaciones (Crawford, 1971).
La existencia de los colegios invisibles ha sido advertida a través de entrevistas, biografías y otros datos como el registro de la asistencia a conferencias. Pueden ser deducidos del análisis de redes aplicado a los índices de citación, y por el registro de los memoranda enviados por correo (Solla Price 1966).
En algunos casos, un investigador puede tener más contactos que otros y pertenecer a más de un colegio invisible, ya sea porque su investigación toque más de un campo del conocimiento o en virtud de su historia personal. Puede suceder que un colegio invisible esté claramente ligado a una institución o a un país determinados y que en cambio sea totalmente desconocido en otros lugares. También es posible la existencia de subgrupos más conectados entre sí dentro de un mismo colegio invisible. ' .
Podemos argumentar que hay una forma no organizada entre los científicos para comunicarse, que en ocasiones es accidental y que no se presenta en forma continua, según puede observarse en las instituciones o a través de las publicaciones. Como ya lo señalamos, si este intercambio no ocurriera sería evidente el empobrecimiento de las áreas respectivas, por la reducción del número de sus publicaciones. Es difícil registrar el motivo de cada elección; es decir, bajo qué criterio o patrón los científicos establecen contacto con otros científicos acerca de su trabajo. Es evidente que estos contactos sonde persona a persona (en forma oral, escrita o electrónica), y que, también como antes quedó dicho, no necesariamente se intercambia en ellos información ya publicada.
La evaluación de la comunicación informal entre científicos tiene que ser validada en comparación con los avances reales en las diferentes disciplinas y, desde luego, con la calidad. y cantidad de las publicaciones formales. La observación del conjunto de comunicaciones entre científicos provee de un marco de referencia analítico, a un nivel más bajo de abstracción que el nivel institucional. Los datos se pueden graficar, cuantificar y utilizar para establecer tendencias que, de ser deseable, pueden ser reforzadas posteriormente.
Las representaciones de estos conjuntos de comunicaciones son puntos o nodos, y líneas que los unen. Los puntos representan a los investigadores, y las líneas el acto de comunicarse. Se ve así quién está relacionado con quién, a la vez que puede conocerse la frecuencia y el contenido de esta relación, el patrón que forman y su relación con el comportamiento y la productividad o la ubicación institucional del científico. Finalmente, todo ello puede relacionarse con factores sociales y económicos. El análisis teórico implica desarrollar un paradigma cuyos supuestos interpreten los datos.
La teoría de la formación de grupos se define en psicología corno "grupo de pertenencia": un conjunto de individuos, con una tarea y un lenguaje comunes, en un tiempo y un espacio determinados. Por otra parte, define corno "grupo de referencia" o de "designación externa" a un conjunto de individuos que presentan alguna característica o condición similar, así corno un lenguaje común del que pueden tener o no conciencia, ya sea que interactúen o que sostengan contactos periódicamente, para mantener su pertenencia. Los grupos informales de científicos a los que nos referimos están en la segunda categoría, pues no requieren de la interacción cotidiana; pero están en la primera categoría en el sentido de que todos desarrollan la misma tarea y muestran tener solidaridad.
Los científicos suelen pertenecer simultáneamente a varios de estos grupos. Inclusive, su grupo institucional o formal es un grupo de pertenencia. Deducimos que a partir de la interacción en los grupos de referencia surgen grupos de pertenencia y equipos de trabajo. En ocasiones, existen los productos grupales, que no se desprenden necesariamente del grupo de referencia original. Tal ha sido el caso de algunos proyectos que luego han desembocado en la creación de centros de investigación, en las instituciones de educación superior en México.
El proceso de formación de los grupos de científicos se inicia con su entrenamiento. Las elecciones y posibilidades de un estudiante determinan su trayectoria, desde que empieza a trabajar en un laboratorio como ayudante hasta que escribe su tesis de licenciatura o de posgrado. Normalmente, el nuevo investigador se asocia a otro cuya solidez en el campo es ya evidente, y se convierte así en un aprendiz de todas las actividades de los grupos de investigación que hemos descrito con anterioridad (Carvajal y Lomnitz, 1981).
Una vez que aquel estudiante ha llegado a ser un investigador independiente, se inicia el proceso de la formación del grupo en el que él es un nódulo de comunicaci6n con investigadores de otros grupos informales. La formación de los grupos de investigadores es peculiar en el sentido de que muchos acuerdos y compromisos trascienden la moral meramente grupal, para sostener los principios generales de la ciencia. Es decir, que los grupos de científicos se forman sobre la base de acuerdos y compromisos externos al grupo, mismos que lo definen y le dan consistencia.
Además de conjuntar esfuerzos para la solución de un problema científico, que es el objeto principal de estos grupos, hay otros factores que intervienen en su formación. Cuentan entre ellos las percepciones económicas, la búsqueda de un entorno académico de prestigio y el acceso a la tecnología y a la información, así como otras consideraciones, relativas éstas a la calidad de la vida familiar y social. Algunos de tales satisfactores pueden determinar la "nucleación", reforzamiento o la desintegración del grupo.
En los grupos de pertenencia se puede dar el conflicto, una discrepancia o controversia en la que los individuos se identifican con elementos u objetivos mutuamente excluyentes, y que puede llevar a la desintegración del grupo (Liberman, 1983). Los grupos que fracasan, hacen fracasar también el proyecto en el que trabajaban. El perjuicio puede ser grave para la ciencia. Difícilmente se retoma un proyecto, y eso representa una pérdida económica para el país.
Por el soporte que representan los contactos informales de los científicos podría evitarse en estos casos, al menos, la desaparición del proyecto, su continuación o el aprovechamiento de sus innovaciones por parte de otros grupos. El fenómeno del "contagio", cuando un miembro genera una innovación y otros la adoptan por haberse comunicado con él, parece tener influencia en el desarrollo de las áreas de investigación (Coleman, 1966). Por ello, concluimos que al determinar cómo se forman y cuál es la estructura de las redes informales y de los grupos de pertenencia del investigador, podremos esclarecer algunos de los factores del avance de la ciencia.
Cómo podríamos abordar esta cuestión? Sabemos que la posición respecto de la jerarquía instituciones es un factor de influencia. Hay marcadas diferencias entre los científicos que han publicado en revistas nacionales o en extranjeras. Los científicos que han publicado ya forman parte del grupo "no oficial" de científicos a nivel local, y aun de otros niveles. Si su trayectoria no ha cambiado en los últimos 5 o 6 años, su trabajo suele presentar solidez. Entre las actividades que desempeñan se encuentra la de formar a otros científicos, con lo cual su grupo de origen se hace más amplio. El patrón que siguen estos contactos se determina de acuerdo con su frecuencia, ya sea al inicio de la investigación, o a su término, o después que se han publicado los resultados; si son por teléfono, por correo o por correo electrónico; si suceden en reuniones científicas, en la vida social o porque los investigadores son invitados a otras instituciones de grupos que hacen investigaciones afines; si, al contrario, los contactos implican sólo un simple intercambio de información, de criterios sobre estrategias de instrumentación e investigación, así como de interpretación de resultados a la luz de nuevas teorías, argumentaciones innovadoras, o si buscan establecer negociaciones para la obtención de recursos.
Los diferentes géneros de conocimiento científico requieren de diferentes clases de comunicación, en un proceso que se da en forma semejante en todos los grupos informales. Existe una "pauta" normal por la que todos saben, aproximadamente, lo que los otros están haciendo. En casos de controversia, cuando una nueva idea surge y hay resistencia para aceptarla, se esperaría un mayor número de comunicaciones. Una vez que un gran número de investigadores la ha asimilado, se inicia una nueva etapa en la que dicha idea se vuelve parte del conocimiento "común" presupuesto en el grupo. Este fenómeno se da primero dentro de ja red y, posteriormente, a nivel de las comunidades científicas, a nivel más amplio.
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1. Introducción
"La ciencia es la actividad que llevan a cabo los investigadores científicos, ingenieros y técnicos en el contexto del conocimiento, métodos, procedimientos y técnicas sancionadas por la experimentación y la verificación."
La institucionalización, la profesionalización y la comunicación informal entre los científicos toman modalidades según su entorno académico y las variables sociales que afectan el avance de la ciencia. El científico no puede trabajar aislado, ni es un diletante; forma parte de una estructura que valida su producto. Aun cuando a lo largo de la historia ha habido grandes debates sobre diversas teorías científicas, el desarrollo del cuerpo del conocimiento científico ha sido un proceso continuo de pequeñas aportaciones en direcciones avaladas por el consenso. En su conjunto, la ciencia es hoy en día considerada como importante para la cultura, la economía y la política de la sociedad moderna.
El análisis sociológico de la ciencia enfoca la organización social de los productores d el conocimiento científico y el efecto de la estructura social sobre su trabajo cotidiano. Este tipo de análisis nos conduce a diferenciar las peculiaridades de los campos de investigación y de lar, instituciones. Los investigadores pueden visualizar su trabajo en términos de nodos inscritos en redes informales que no son estáticas y sobre las que, particularmente, actúan muchos factores aleatorios. En estas redes queremos detectar patrones regulares de interacción.
Una sociedad moderna e integrada en su flujo informativo no será propensa a descentralizar sus actividades, si los individuos que la componen perciben que habrán de mudarse a un ambiente donde estarán rodeados de rengos informativos respecto de sus nuevos vecinos. Dado que la Comunicación informal con sus antiguos colegas de grupo será más costosa, la usarán menos frecuentemente. Si bien pueden haberse mudado con todo su grupo de colegas científicos, seguramente abandonarán a otros grupos pertenecientes al sistema gubernamental, industrial o educativo.
Este proceso se da actualmente en el Estado de Morelos. Preparar las bases para su aná1isis específico es e1 propósito de este trabajo.
En el segundo capítulo relacionamos las ciencias "pura y aplicada" con la tecnología, para luego deslindarías por la intencionalidad de la primera. La organización de los científicos se examina en el tercer capítulo.
La ciencia pura y la tecnología presentan diferentes perfiles a los cambios políticos. El capítulo 4 amplía este tema para concentrar la atención en la actividad científica, tópico del capítulo 5. De la actividad científica, las publicaciones son el producto que se puede cuantificar más fácilmente. Son también las que más dependen de la existencia y fluidez de las diversas redes de comunicación. Esto se detalla en el capítulo 7, mientras que en el capítulo 8 se dan las conclusiones del trabajo, mismas que servirán de base para el análisis de una entrevista que habrá de llevarse a cabo sobre el proceso de nucleación de distintos grupos de investigadores en el propio Estado de Morelos.
2. Las ciencias "pura y aplicada", y la tecnología
El conocimiento científico es el resultado de un conjunto de actividades intelectuales e instrumentales que el científico lleva a cabo, bajo una serie de condiciones preestablecidas y de acuerdo con un marco teórico conocido y aceptado por consenso. En la observación directa de la práctica de la investigación, se puede diferenciar entre los propósitos y las actividades que llevan a cabo las diferentes clases de científicos; pero, como la producción y utilización del conocimiento resultante son discontinuas y no tienen un patrón reconocible, en la realidad no es sencillo distinguir entre una investigación básica y una aplicada, ni se puede afirmar que alguna de ellas tenga mayor importancia que la otra.
Lo mismo sucede en relación con diferentes disciplinas de la ciencia, incluyendo las ciencias sociales. Parece ser que, en lo que concierne a la planeación y asignación de recursos, no se han desarrollado criterios adecuados excepto los que corresponden al mismo investigador en el sentido de reconocer las supuestas diferencias entre las ciencias básica y aplicada. Un gran número de científicos no saben ni se cuestionan, si su trabajo actual será utilizado o aplicado inmediatamente, o si pasará mucho tiempo antes de que esto suceda.
De la misma manera, el papel que juega el azar en los procedimientos y resultados de la investigación, no ha permitido establecer un paralelo entre la inversión que se hace en la ciencia y las posibilidades de su utilización. Tampoco es verdad que los países que tienen mayor productividad científica sean los que tengan mayor crecimiento económico. La productividad científica no puede ser medida con las herramientas de la economía. Por lo tanto, la planeación de la ciencia no se basa en las posibilidades de la productividad del conocimiento, sino en las posibilidades de institucionalizar las actividades del científico, las necesidades estratégico-políticas que están involucradas y los recursos que para esto les asigne su gobierno. Este fenómeno de institucionalización de la ciencia comprende no solamente los aspectos que como requisitos institucionales le son demandados del investigador, sino la pérdida de tiempo que implican, así como la escotomización de campos de desarrollo por falta de atención e información y la ineficiencia resultante ocasionada por la burocracia, la que no se puede evitar.
Como consecuencia, la racionalidad sobre la que se desarrolla la plantación de la ciencia en México se apoya en una serie de mitos y limitaciones tales como los prejuicios de los mismos científicos acerca del desarrollo tecnológico, la falta de definiciones de las Fronteras entre la ciencia pura y su industrialización y, además, en el defecto de considerar periferia todo lo que está fuera de la ciudad de México, como si la ciencia pudiera dividirse en periférica y centralizada. Es la administración de la ciencia la que está centralizada y que limita el desarrollo de otros polos. La red de comunicación en México presenta todavía pocas posibilidades de control y un alto costo.
La asignación de recursos está asociada, en el mejor de los casos, a criterios políticos que tienen que ver con el desarrollo tecnológico o industrial. Respecto de los criterios supuestamente objetivos, se tendrá que considerar siempre la inversión como un riesgo, dada la incapacidad de evaluar los productos a largo plazo. El propósito intelectual del científico cuenta poco cuando se trata de brindarle apoyo. Son más relevantes su ubicación institucional, las publicaciones que ha hecho (sin que importe su calidad), o el desarrollo que las mismas disciplinas presentan en países más adelantados. No se busca estimular la adquisición del conocimiento por sí mismo
Actualmente está desapareciendo la ilusión de que exista la ciencia pura, en el más estricto sentido de este término. Desafortunadamente, el lugar de esta concepción lo está tomando la idea de que la actividad científica debe ser sólo comercial e industrial. En efecto, está ocurriendo un cambio; pero no es ni el primero ni el segundo de estos conceptos el que va a predominar. En la práctica, la búsqueda del conocimiento es una actividad en la que teóricamente, no pueden intervenir otros intereses que no sean el concreto de adquirir un mayor conocimiento. En la realidad política, social y económica de nuestros tiempos, en cambio, esta actividad se ve afectada por sucesos que van más allá de nuestras posibilidades de evaluación.
Así mismo, el trabajo de los científicos se ve afectado por grandes problemas prácticos e ideológicos. No son nada más los problemas epistemológicos los que se cuestionan cuando se habla del progreso científico; se trata de un debate acerca de los usos y abusos del conocimiento científico y sobre su utilización para asuntos de cualquier otra índole. Esto puede enriquecer la ciencia; pero también puede revertirse en contra de la verdad que se busca.
El debate entre la tecnología y la ciencia pura nos lleva a reflexionar sobre cuáles son las actividades genuinamente científicas y cuáles son los resultados científicos. Sin entrar en discusiones epistemológicas, nosotros nos referiremos a la controversia que se genera a partir de que la ciencia se convierte en materia de discusión a nivel del Estado. Esto es, cuando las decisiones políticas afectan la vida cotidiana del científico.
Un indicador de la calidad de vida de una nación es su productividad científica. Por ello, se la considera asunto de importancia estratégica en la planeación del Estado, de la gran industria y de los grupos de intereses que tienen poder económico. Esta visión implica la existencia de una o más concepciones de lo que es la actividad del científico y aun de la naturaleza de la ciencia. Muchos de los desarrollos tecnológicos que tanto apreciamos, y que nos dan comodidad, están ligados a descubrimientos científicos. El hecho de que tal relación no sea evidente, no impide pensar que tanto hoy como en el futuro casi cualquier problema pueda ser resuelto por la investigación científica. Es ésta la esencia de la concepción actual del científico, así como de las actividades paralelas que el mismo investigador se ve obligado a desarrollara que son soporte de su trabajo intelectual. De igual modo deberán ser tomadas en cuenta la difusión, las aplicaciones tecnológicas, la administración y la comunicación entre los científicos, incluyendo la calidad de su vida cotidiana.
En la antigüedad, los científicos eran patrocinados por los gobernantes o por patronos que disfrutaban o se asesoraban de sus ideas. Las actividades del científico y la búsqueda del conocimiento eran juzgadas como cosas de poco interés para el dominio público. En la época moderna, y después de un lento proceso de institucionalización, la ciencia es hoy una cuestión discutida inclusive a nivel de la legislación y, en algunos casos, por ciudadanos legos. Un ejemplo serían los problemas surgidos por el uso de la energía nuclear y por la investigación de los cenes mutantes. Así mismo, existen ya instituciones dedicadas exclusivamente a la administración de los recursos para la ciencia y la educación de los científicos. Encontramos a los científicos involucrados en decisiones políticas, en las que su carácter de expertos representa un papel importante.
Ya que la ciencia existe como un campo unificado, los científicos no orientan sus actividades sólo hacia la sociedad, sino que tienen que dedicar mucho tiempo a sus propias comunidades y desarrollar un gran esfuerzo para conservar en ellas su posición. Los criterios de legitimación de su trabajo son generados por ellos mismos. Si los científicos se confunden entre la búsqueda de la verdad y las otras actividades paralelas que les permitan obtener resultados, su trabajo pierde sentido y su objetivo se corrompe.
La esencia del trabajo científico es la verdad, y ha sido el meollo de las discusiones entre las diferentes concepciones sobre la naturaleza de la ciencia. La aplicación del método científico ha llevado a los investigadores a discutir diferentes caminos para obtener resultados. En ocasiones, los ha llevado a convertirse en filósofos e historiadores de la ciencia. Es el caso, por ejemplo, de T. Kuhn, quien de la física pisó a estudiar la historia de la ciencia y elaboró una teoría sobre las revoluciones científicas y el efecto del surgimiento de nuevos paradigmas en el trabajo de las comunidades científicas. No sabemos con certeza si esta es la manera en la que la ciencia evoluciona, ni podemos suponer que todos los científicos tienen conciencia de cuál es el paradigma específico al que sus actividades pertenecen. Pero si asumimos que la especialización por áreas de las diferentes disciplinas está asociada a concepciones normales parecidas a las formuladas por Kuhn, cuando define lo que son un paradigma, una ciencia normal y una ciencia madura, y cómo el surgimiento de nuevos paradigmas ha generado nuevos campos de investigación. Einstein mismo decía que la ciencia resulta de la yuxtaposición del trabajo empírico y del trabajo analítico, defendido el primero por los positivistas y el segundo por los analíticos.
Independientemente del método específico que el científico utiliza, los valores de la ciencia lo obligan a una serie de actividades para que sus descubrimientos sean considerados legítimos y verdaderos. Hasta el Renacimiento, la verificación de los hallazgos no era parte del método. El reconocimiento de la ciencia como búsqueda del conocimiento con método generó la normativización y organización de los científicos en torno a un común acuerdo sobre lo que son la ciencia, la investigación y los descubrimientos. A principios de este siglo, la teoría de la relatividad transformó esta concepción, haciendo patente la necesidad de verificar a través de diferentes puntos de vista aquello que en forma concreta y positiva ha sido develado, a veces incluso por accidente.
El compromiso del científico es parte esperada de su comportamiento y está implícito prácticamente en toda su vida y sus actividades. Podríamos asumir que casi religiosamente el científico busca descubrir la verdad inclusive en contra de intereses creados en su campo y que por ello se enfrenta continuamente con la política y con otras esferas del conocimiento, para reafirmar la autonomía de sus métodos y objetivos. A la vez, asumiendo la responsabilidad que esto implica con la sociedad. Si bien es muy difícil valorar el término justo en donde la responsabilidad del científico no sea adecuada y su trabajo se convierta en destructivo para la sociedad, siempre se espera que esto no suceda. La valoración de esta moral científica en ciertos sistemas políticos, ha llevado al aislamiento y represión de la libertad de los científicos. Tal sucedió con las persecuciones que padecieron en algunos países socialistas. En otros casos, como sucedió en la época del nazismo, los científicos son obligados a dar opiniones políticas que nada tienen que ver con su trabajo. Esta cuestión ha generado grandes polémicas en nuestro siglo y ha llevado a algunos hombres de ciencia a la prisión o a la muerte.
En los años ochenta pudimos presenciar, si no el final de esta controversia, ya que los intereses políticos seguirán tratando de controlar y manipular los resultados científicos, sí la aceptación de que la verdad es lo que los científicos persiguen como un hecho dado y generalizado. Con ello, las discusiones sobre si la ciencia es política o se opone a la religión, o si es afectada por la cultura, están prácticamente extinguidas en el caso de las ciencias naturales, aunque no en el de las ciencias sociales. Más bien, puede decirse que es la ciencia la que nos lleva a la cultura, como ocurre con el impacto tecnológico (Karp, 1987).
Surge una nueva concepción de la ciencia, que es a la vez resultado de los avances científicos y su aplicabilidad, y del efecto de los procesos de industrialización en el uso de tecnologías derivadas de sus propias aplicaciones. Por otra parte, la organización del trabajo científico está sufriendo cambios que forzosamente repercutirán en el futuro de la ciencia. Los patrocinadores de la investigación científica no siempre tienen los mismos criterios que los académicos de las universidades. Por ejemplo, en los países desarrollados se hacen muchas investigaciones por contrato. La integridad de los Científicos no está en tela de juicio, en tanto que sus descubrimientos se apegan a los criterios de rigor; pero cuando sus productos pueden ser industria]izados, inmediatamente se convierten en conocimiento estratégico. Ya no son dados a conocer a la totalidad de la comunidad científica.
No es lo mismo hacer investigación con el fin de producir conocimiento "puro", que producir conocimiento con un fin utilitario inmediato. Desafortunadamente, no es sencillo definir la frontera entre los conocimientos científicos que buscan la verdad por sí misma y las posibilidades de aplicación de estos conocimientos, que los convierten en tecnología. No se puede garantizar que algún conocimiento sea puro y que no esté vinculado a otros intereses que no sean los que lo originaron inicialmente.
Tampoco se puede garantizar que el conocimiento que fue producido en el laboratorio de experimentación no tenga efectos destructivos una vez que ha sido aplicado, y ésta es una de las contradicciones de la civilización moderna.
En otro ámbito, es patente el beneficio social debido al avance de la tecnología, e inclusive al avance de las ciencias. Por ejemplo, la computación, los sofisticados equipos electrónicos para el laboratorio y el progreso de las comunicaciones y los transportes. De hecho, los lazos entre la ciencia y la tecnología son tan fuertes y complejos en la actualidad, que es menester tomar conciencia de ello y no asumir una posición radical a favor de ninguno de ellos. Por lo pronto, existe el debate: la tradicionalmente conocida ética del científico subsiste y regula su moral, sin que exista ninguna instancia jurídica que castigue sus desvíos. Sin embargo, basta con denunciar a un científico de plagio, para que se cuestionen toda su trayectoria y sus resultados.
Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, la ciencia era mayormente practicada en el mundo académico. Hoy, la imagen del científico en la realidad política de la sociedad industrializada se ha transformado. La ciencia se desprendió del mundo académico y tomó nuevos cauces, en tanto que las actividades asociadas con la búsqueda de la verdad no son únicamente las de investigar y producir resultados. Estos no son propiedad del científico (aunque se considera propiedad intelectual del científico todo lo que publica en revistas y editoriales reconocidas), ya que su trabajo está en función del beneficio que pueda llevar a la humanidad. Las actividades del científico involucran su participación en. organizaciones científicas formales e informales, que son sistemas de validación, difusión y legitimación de los resultados que produce. A esto deberíamos añadir que en muchos casos, el científico también puede participar en las actividades administrativas de las organizaciones científicas y guardar la misma competencia e integridad.
Más aún, si el científico no participa en estas actividades, pronto se verá aislado y su trabajo correrá el riesgo de quedar obsoleto. La ciencia no avanza por hechos aislados, o acumulados, sino por las nuevas teorías. O, como dice Kuhn (1962), por los "nuevos paradigmas". En el plano de la supervivencia, según Pérez Tamayo (1979), si el científico no pertenece a la "mafia" no le serán asignados recursos y sus esfuerzos no alcanzarán los objetivos que se propone. En este sentido, el científico no puede ser tan independiente como la naturaleza de su trabajo lo exigiría. Parte de sus actividades son las de comunicarse con otros científicos y pertenecer a grupos informales de investigadores afines a su área, o al problema que él está investigando.
Esto implica una serie de actividades y procedimientos que caracterizan en forma particular las relaciones del científico con su trabajo y su pertenencia a una institución que lo patrocine, en tanto que se le considere de utilidad y se le permita funcionar dentro de la "maquinaria" del complejo sistema de la ciencia. A este nivel, se verá afectado por las decisiones que se tomen en el sistema institucional, en las que, a pesar del propio científico, no necesariamente predominan los criterios que él sustenta. Un investigador que quiera ser independiente deberá reunir una serie de características muy articulares.
Parte del problema es el costo de la investigación, su aplicabilidad a corto o mediano plazo, y los requerimientos de los planes a nivel nacional, dictados en muchas ocasiones por el tipo de economía y las posibilidades de desarrollos industriales que se han decidido apoyar.
Para el científico es importante pertenecer a alguna institución prestigiosa y tener contactos dentro de la estructura donde se toman las decisiones. La reputación de liderazgo científico es una condición necesaria para conseguir recursos. En esta acepción, para el liderazgo se consideran la antigüedad en la disciplina, la cantidad de publicaciones y el número de veces que ha sido citado y, en la mayoría de, los casos, su capacidad para hacer relaciones públicas. En los países avanzados, algunos científicos se han separado del mundo académico, pasando a formar parte de los laboratorios del Estado, con jerarquías equivalentes a las de las universidades. Su éxito también depende de los contratos que tengan. Si tales científicos quieren ser reconocidos, no deberán repetir investigaciones ya hechas, ni permanecer aislados del acceso a la información y a los recursos; no se separarán de sus redes informales de contactos entre científicos y, si son muy hábiles, no se separarán realmente del mundo académico.
La relación entre la ciencia y la tecnología es verdaderamente delicada. Es común oír hablar de los tecnólogos como ignorantes que trabajan con criterios mecanicistas, en tanto que se piensa que los científicos son unos ingenuos y distraídos a quienes no interesa el mundo real. El intercambio entre la ciencia y la tecnología se lleva a cabo a pesar de estos prejuicios. Una va en busca de la verdad y la otra en busca de la eficiencia, pero todos en beneficio de la humanidad.
Ciertamente, es fundamental que las universidades estén vinculadas con la industria; pero de tal manera que la valoración del trabajo de los Científicos no se reduzca a su incidencia en los procesos de innovación tecnológica, sin que se les reconozca legal y correctamente la propiedad de los resultados de la investigación básica o aplicada (Sarukhán, 1985). Así podrá evitarse que se repita lo ocurrido en el Japón, donde son escasos los avances científicos, y el desarrollo de la economía está basado en la masificación de la tecnología comprada a otros países (Aranda, 1986).
Según Pérez Tamayo (1977), las prioridades de la ciencia en México no deben tomar en cuenta solamente los problemas más urgentes de nuestra sociedad, los cuales reclaman soluciones a corto plazo. El problema de este razonamiento es que, a pesar de su carácter persuasivo, se basa en una falta de conocimiento, por parte de los tomadores de decisiones, acerca de lo que son la ciencia, su naturaleza y sus objetivos. El problema es el concepto utilitarista de la ciencia. No se puede pensar que el criterio central sea el beneficio a la economía de un país o a la transformación de su tecnología, con incremento directo de la creación de bienes de consumo. Peor aún es el enlace obligado de la ciencia con la tecnología y no con la educación o la cultura. Es conveniente tomar en cuenta otros valores, además del económico, como prioritarios en el desarrollo de la ciencia.
"¿Cómo podemos establecer prioridades válidas con semejantes premisas? Aplicar soluciones para resolver los problemas más urgentes de nuestra sociedad. Así, sí tendríamos recursos" (Pérez Tamayo, 1977). Pero la ciencia no avanza así, y las revoluciones científicas no suceden de la misma manera que las revoluciones tecnológicas, sociales o económicas. De seguir este criterio utilitarista, el conocimiento generado se empobrecería y quedaríamos a la zaga de todos los otros países. Desde 1uego, a largo plazo esto implicaría una mayor emigración de cerebros y una mayor importación de tecnología. Sería aplicar criterios del subdesarrollo a un campo que evoluciona de otra manera. La solución de muchos de estos problemas prioritarios no es responsabilidad de los científicos, sino de los políticos. Sin embargo, "la ciencia en México es muy joven; hay que apoyarla aun cuando evoluciona en forma incipiente y no aplicarle criterios de países con una sólida tradición científica y con recursos ilimitados" (Pérez Tamayo,1977).
Es importante tener avances científicos independientes y tecnología propia, a la vez que es necesario generar criterios propios para planear el desarrollo científico y tecnológico. Ello deberá ocurrir rápidamente, ya que los cambios a nivel mundial se están dando en forma vertiginosa.
En el continente americano tenemos una problemática diferente a la del continente europeo. Los países que logran hacer desarrollos propios tienen problemas sociales, económicos y políticos que interfieren y limitan la actividad del científico y la transferencia de tecnología. Sufren, además, el asedio constante de empresas transnacionales que buscan beneficiarse por encima de los intereses de los países dependientes.
Sin disminuir el valor de la ayuda que proporcionan ciertas instituciones privadas, el sistema de valoración de la calidad de la investigación científica sigue siendo el criterio seguido en las universidades y en las asociaciones profesionales norteamericanas. Por lo que hace a la tecnología, la extroversión de la actividad nacional es la compra y venta de patentes, renglón que ha sido legislado internacionalmente pero que aún presenta problemas serios para los países subdesarrollados. Las empresas transnacionales, en sus fíliales regionales, no se dedican a impulsar los desarrollos científicos o tecnológicos (Segal, 1983).
En los países subdesarrollados de América Latina, existen organizaciones de promoción y difusión de los trabajos científicos. Comparados con los que hay en los países avanzados, sus logros son mínimos. Los científicos de Latinoamérica leen revistas norteamericanas- y publican en ellas por varias razones. La fundamental es que dichas revistas son las más difundidas y son las que tienen en sus comités editoriales a los especialistas más connotados de cada disciplina. Así mismo, tales publicaciones están avaladas por los sistemas de arbitraje internacional que, finalmente, son los que sirven como evaluación del trabajo y legitimación del conocimiento científico.
3. La organización institucionalizada de los científicos
La evolución de la ciencia requiere de establecer diferencias entre sus actividades y sus productos, así como de considerar, junto a la vida en el laboratorio, la enseñanza, la difusión, la utilización, y la influencia de los científicos en otras esferas de da vida social. Estas toman relevancia en una sociedad tecnológica moderna y buscan institucionalizarse y profesionalizarse. En una comparación entre las revoluciones científicas de los siglos XVI y XVII, la revoluci6n industrial. del siglo XIX, y la post-industrial que tenemos en los albores del siglo XXI, sobresale la relación entre la ciencia y la economía. El desarrollo técnico y la posibilidad de dominar algunos fenómenos naturales le han conferido a la ciencia un papel cada vez más activo.
El surgimiento de las academias científicas se dio desde el Renacimiento, en Italia. La Royal Society se fundó en Inglaterra en el siglo XVII y la École Polytechnique y la Académie des Sciences de Francia en el XVIII. Con ellas se inició la organización de las actividades de los científicos. Su influencia fue definitiva aun cuando estas instancias quedaban fuera del dominio de las instituciones económicas de sus países. Por aquel tiempo, los científicos eran considerados también por sus opiniones sobre la política y la economía. Sus posibilidades de concentrarse únicamente' en la investigación eran tan escasas como hoy.
En la época de la Revolución Francesa se le dio apoyo y relevancia a la actividad del científico, a la vez que se le permitió especializarse. La profesionalizaci6n de la ciencia provocó que se generasen valores respecto al saber científico, como son la neutralidad y la especificidad del conocimiento. Los científicos de la École Normale y de la École Polytechnique, estudiaban problemas de índole nacional y de relevancia política, pero no estaban asociados a las universidades, que eran exclusivamente escuelas de estudios superiores. Por ello, a mediados del siglo XIX surgió el concepto de investigación aplicada y se transformaron tanto la organización de la enseñanza como la estructura de la profesionalización de la ciencia y de la investigación (Pacheco Méndez, 1987).
No fue hasta el siglo XIX que los valores de la ciencia aparecieron como fundamento de la organización de las universidades. Hasta entonces los científicos eran diletantes o aprendices, pero en aquel momento se institucionalizo la investigación científica y se vinculó a la productividad industrial. Los alemanes tomaron este modelo de organización de la ciencia y lo incorporaron a su vida universitaria. Aun cuando habían sido más lentos en su desarrollo, lograron producir científicos entrenados, e inclusive libros de texto y aparatos para sus laboratorios. Así también, empezaron a convivir con los humanistas. En conjunto, transformaron sus universidades dedicándose a la investigación creativa. Fue muy vasto el progreso de la ciencia en aquella época. Los alcances en la física, la química y la biología, las convirtieron en disciplinas separadas, dedicadas principalmente a la conservación de la energía, a la elaboración de sustancias para la fabricación de textiles y a la teoría de la evolución. Los avances en las industrias del acero, de la electricidad y de la medicina dieron pauta para el intercambio entre la ciencia y la industria. Por ejemplo, la medicina científica avanzó gracias a los avances en la química y el desarrollo de los fármacos. Estas fueron las bases para los cambios que se dieron posteriormente.
Apenas en el inicio del siglo XX se definieron áreas y carreras de investigación científica, con maestros e investigadores calificados específicamente para el efecto. Esto, a la vez, transformó el papel de las universidades en el mundo entero.
En los Estados Unidos, la universidad fue concebida como motor principal del. desarrollo económico. Las instituciones universitarias dependían más del Estado y el progreso técnico se apoyaba fuertemente en ellas. Por lo tanto, estaban orientadas a resolver problemas prácticos. La idea de la investigación creativa no fue desechada; pero se le asignó un papel diferente.
Entre la primera y la segunda guerras mundiales surgió la profesión de investigador calificado y reconocido socialmente para utilizar el conocimiento y desarrollar actividades y tareas específicas en diversos terrenos. Esto le exigía al científico estar actualizado y producir conocimientos para el avance de la ciencia, con cierta flexibilidad y movilidad que, además, representaban un beneficio para el desarrollo de nuevos campos del conocimiento. Se instauraron sociedades de científicos, las que empezaron a tomar en cuenta las publicaciones y a organizar convenciones y reuniones para relacionarse entre sí. Es aquí donde la ciencia toma su carácter universal en la práctica.
Surgieron entonces los administradores de la ciencia, y los procedimientos de evaluación para el empleo del personal calificado. Los administradores regulan y controlan las actividades del científico para proporcionar condiciones óptimas para que pueda dedicarse todo el tiempo necesario a la creatividad y a la práctica de la investigación.
El impacto de esta situación orientó de manera diferente la institucionalización de la ciencia, así como el desarrollo de nuevos campos de investigación y de especialización. También representa un papel importante la investigación industrial; aun cuando goza de autonomía relativa, ha favorecido una gran cantidad de proyectos y una gran expansión de las actividades de los investigadores. Dicho fenómeno se ha incrementado en la época actual. Surgieron fundaciones privadas con el propósito específico de financiar la ciencia, y se crearon también financiamientos específicos de proyectos gubernamentales de relevancia nacional. También se crearon organismos nacionales e internacionales dedicados a la organización y difusión de la ciencia e inclusive a patrocinar estudios sobre el avance de la ciencia.
En Latinoamérica es otro el panorama. La falta de recursos y la dependencia económica causan gran lentitud y atraso, tanto en el desarrollo científico como en el tecnológico. Aun cuando se destaquen los científicos que están bien preparados, rodeados además a veces de buenos equipos de trabajo, sus esfuerzos no siempre pueden utilizarse en su país de origen y, en consecuencia, no se reflejan en la eficiencia de sus universidades. Por último, todos acaban haciendo referencia a sociedades e instituciones de países avanzados, y eso es lo que valoran ellos y las fundaciones que financian sus proyectos. Por su desarrollo político-económico y por los respectivos movimientos nacionalistas de América Latina, las universidades tienen más bien una tradición académica y profesional. Por ello se han creado centros e institutos dedicados específicamente a la investigación.
En algunos países de Latinoamérica, la importación de modelos de universidad y de investigación se hizo en el siglo pasado tomando Europa como modelo, sin que los científicos aportaran mucho de lo propio, incluso cuando se trataba de problemas locales. Puede decirse que no existe una tradición cultural científica secular en los países latinoamericanos.
La ciencia, a pesar de sus principios de verdad y libertad, con su propio método y código moral, es cada vez más una actividad normada y regulada institucionalmente. Por eso es importante considerar las formas de la institucionalización de la ciencia, las modalidades de investigación que se puedan generar con estímulos, y el efecto de éstas en el tipo de investigación y tipo de investigadores que se producen en nuestros países. En México, se da una estructura social característica de los países subdesarrollados, fuertemente influenciada por el modelo que se genera en los Estados Unidos.
4. Ciencia y política
La línea divisoria entre la ciencia pura y la aplicada la derivamos de la intención del científico y no del supuesto de que la ciencia sea, per se, pura o no-pura. Ambas tienen el común denominador de dedicarse al entendimiento de los fenómenos de la naturaleza, a través de razonamientos y observaciones sistemáticas y criterios de verdad sui generis, que todos sus practicantes comparten. Pero, desde el punto de vista práctico, las estrategias y la ubicación organizativa y social de los científicos es diferente cuando se plantean intenciones y finalidades diferentes respecto a los resultados de su trabajo. Aquí enfocamos inicialmente la política y la investigación pura, cuyos resultados no se piensan para una aplicación tecnológica inmediata. Esto se hace así con fines analíticos, sin soslayar que no existe una verdadera separación entre las ciencias pura y aplicada.
La política y la economía afectan a los científicos y determinan las facilidades o dificultades que afrontan en su trabajo cotidiano. Existe una ideología por la que los científicos pretenden que se les apoye, pero que no se les gobierne en relación con su trabajo. Se supone que en la moral científica reside un criterio de selección de objeto y de métodos, cuyos propósitos universales son la búsqueda de la verdad y la difusión de la misma. En este sentido, la ciencia tiene un carácter público; no es privado ni secreto. Mientras que no sea pública y universal, no será ciencia.
La comunidad científica no tiene fronteras geográficas, como no las tiene el conocimiento. La política y la economía, en cambio, no funcionan así; son más bien locales. Los cambios que en ellas ocurren afectan definitivamente el desarrollo de la ciencia a niveles locales. Cuando las fuerzas de poder cambian continuamente, la política científica puede verse forzada a transformarse. Desafortunadamente, el trabajo concreto y cotidiano de los científicos no se puede transformar de esta manera, sino que se transforma por sí mismo en sus modelos aproximativos, aunque no al exterior, y entonces se da aquí una contradicción: las estrategias científicas tienen una lógica, en tanto que la política y la economía tienen otra. En ambos casos existe la incertidumbre; pero en cada caso ésta es conceptualizada y tratada de distinta manera. En la ciencia, la productividad no está en relación con los insumos, y los consumidores no saben aún lo que van a consumir. A la vez, los resultados de la ciencia pueden afectar la economía y la política, y de maneras impredecibles.
La ciencia institucionalizada obedece de alguna manera a este conflicto y representa el papel de bisagra que sostiene el diálogo entre la economía política y el desarrollo de la ciencia pura. Por su parte, los líderes o jerarcas científicos desempeñan un papel muy importante en la toma de decisiones, siguiendo los patrones de la sociedad. La mayor parte de los científicos "puros" están ubicados en universidades o laboratorios del gobierno. En ambos casos las instituciones tienen, además, otras funciones. En la universidad se imparte también la educación superior, mientras que en los laboratorios del gobierno se desarrollan, simultáneamente, proyectos de tecnología orientados a resolver problemas específicos que se consideran de interés nacional.
Las diferencias de los dos tipos de instituciones que acabamos de mencionar reflejan lo que de Solla Price (1962) llama la "ciencia pequeña" y la "ciencia grande", refiriéndose en el primer caso al científico aislado en su laboratorio y en el segundo a los grandes proyectos y laboratorios donde la ciencia se hace precisamente "en grande". No es cuestión nada más de una escala numérica y de diferencias en los equipos, sino que, además, se considera en forma diferente la magnitud de los efectos de ambas variables. En el caso de la ciencia en grande, el número de artículos publicados no es necesariamente el criterio con el que se asignan los recursos, sino que están involucrados otros factores como el prestigio internacional del investigador o la forma en que los proyectos afectan a la sociedad, sin excluir sus consecuencias políticas.
La transición de ciencia pequeña a ciencia grande equivale, pensamos, a la evolución que sufre el científico en el proceso desde que hace su investigación en el laboratorio hasta que publica sus resultados; si éstos tienen impacto, pueden producir a su vez un crecimiento exponencial en su área, en términos de publicaciones y en el del número de investigadores. En tales circunstancias se puede hacer ciencia en grande. En los países subdesarrollados, en cambio, es más difícil lograrlo, debido a la falta de recursos y equipos. Por ella, en estos países se da prioridad a los proyectos específicos.
Para el apoyo a instituciones y a proyectos específicos se establece una serie de procedimientos por los que científicos de diferentes instituciones son consultados respecto a la distribución de los recursos. Si el proyecto es financieramente realista e importante para el avance del conocimiento y, así mismo, si las personas tienen el currículum que prueba la capacidad para llevarlo a cabo, el proyecto es aprobado. Este sistema, aunque tiene serios defectos, funciona en la mayoría de los países desarrollados, donde una sólida tradición científica permite reconocer el nivel de excelencia. En los países en donde la organización de los científicos no ha adquirido aún tal relevancia, existen muchos proyectos pobres, aislados, y cuya única salida es la publicación en revistas extranjeras. En todos los países existe una lucha por conseguir recursos para la investigación; las pautas para la asignación de los recursos no son siempre las mismas.
La competencia entre los científicos toma formas muy agudas, al grado de que en muchas ocasiones contradicen los supuestos de la ética científica. Existe el fraude: a veces, los resultados que se publican ya han sido publicados anteriormente, y ha sucedido que se publiquen resultados de alumnos como propios. Para apropiarse de las ideas de otros, basta ponerse a discutir sus resultados de una manera informal; esto puede suceder incluso inconscientemente, ya sea interpretando resultados que favorecen una teoría o, sin verificarlos, haciéndolos aparecer como mucho más importantes y trascendentes (Broad & Wade, 1982). Hay que recordar que una vez publicado un resultado, es público. Nadie más puede patentarlo, pero sí usarlo. Por supuesto, el autor también puede aprovecharlo, pero sin derecho de exclusividad. La primacía es lo que cuenta; eso hace que la competencia entre los científicos los lleve a guardar su secreto y a publicar lo más rápidamente (y someramente) posible sus hallazgos (Gaston, 1972).
Esto sucedería más frecuentemente, si no fuera por los filtros que los artículos en vías de publicación tienen que pasar en muchas ocasiones. Ese arbitraje funciona de forma paralela al sistema de criterios para asignar recursos. Respecto de estos últimos, cuentan las relaciones sociales y el prestigio del investigador. Cuando él tiene acceso a la élite de científicos poderosos, o si éstos tienen preferencias personales por él, lo cual es factible (Mahoney M, 1977), sus oportunidades de ser reconocido y obtener dinero aumentarán.
En tanto que los beneficios de la investigación pura no son tangibles ni tienen un comprador inmediato, su costo es muy alto. Su única producción tangible son los artículos publicados para el consumo de otros científicos. Más aún, las especializaciones son tan finas que es difícil evaluar el verdadero peso o valor de los artículos, en comparación con otros.
La tecnología tiene sus propios desarrollos, los cuales tienen que ver más con la cuestión práctica que con los descubrimientos hechos en el laboratorio. Muchos avances de la tecnología, como ocurre en la agricultura, no son producto del trabajo de los científicos. En muchas ocasiones, los desarrollos tecnológicos han dirigido los descubrimientos científicos. Esto nos lleva a pensar que la mística sobre la que descansa el trabajo del científico puede ir en perjuicio de su propia actividad cuando las decisiones políticas cuestionan la relevancia del objeto. Cada disciplina tiene sus particularidades; por ejemplo la biología molecular, cuyos hallazgos distan mucho de ser aplicados de inmediato, a diferencia de los de la química, que además de ser una de las disciplinas más pobladas trasciende más rápidamente en áreas donde se requieren soluciones a problemas concretos por lo que incide así en los desarrollos científicos a través de las prácticas de la farmacéutica y la alimentación en la vida cotidiana.
La ciencia pura se encuentra en un predicamento: o el científico hace ciencia por el deseo de hacer ciencia, independientemente de lo que la sociedad necesite, o hace ciencia que resuelva los problemas más urgentes de la sociedad. Los científicos tienen que preocuparse por mejorar la calidad de la vida. El gobierno de los Estados Unidos gasta el doble en la investigación relacionada con cuestiones militares de lo que dedica a todas las otras áreas. Aquella cantidad es, además, el triple de lo que dedica a programas de apoyo a países en desarrollo (Dickson, 1984). En este caso, el predicamento es más grave ya que las investigaciones patrocinadas por el Pentágono no siempre pueden ser publicadas. Existe un problema de seguridad nacional, que se opone a los principios universales de la ciencia.
Este hecho ha ocasionado protestas en las universidades y ha motivado que muchos investigadores se olvidaran de su compromiso previo con el conocimiento científico y adquirieran un compromiso político. Ahora existen científicos civiles y científicos militares. A su vez, las universidades encuentran atractivo manejar fondos militares, ya que esto les permite tener mayor influencia en la política nacional. En las universidades en las que las protestas han sido violentas y han tenido un éxito relativo, se han separado los laboratorios que tienen proyectos clasificados como militares y se han convertido en institutos o empresas independientes. Tal es el caso del Stanford Research Institute, en California.
En los Estados Unidos, en los campos de la computación, la electrónica y las telecomunicaciones, el manejo y la publicación de resultados están controlados por las dependencias del gobierno, bajo la premisa de que el manejo de patentes es una responsabilidad de la sociedad en favor del trabajo del científico.
Los congresos y reuniones internacionales que antes se llevaban a cabo amigablemente, es seguro que hoy tencan ya anécdotas acerca de restricciones oficiales y empresariales para su organización. Quizá ya no sean tan amigables y frenen el avance de la ciencia, superponiendo los intereses políticos a los intereses del conocimiento.
Existe una tendencia al uso de la ciencia como forma de control, hasta el punto de que ciertos avances tecnológicos son regulados por la ciencia como si se tratara .de un proceso de legitimación de los abusos del desarrollo industrial. Además, la ciencia puede ser utilizada como argumento político en tanto que su objetividad y su prestigio social sigan vigentes. Por último, cabe recordar que el impacto de la ciencia y la tecnología generan una serie de problemas sociales y políticos, de los que el científico no podrá sustraerse.
5. La actividad científica
Sobre la actividad científica se han hecho tres tipos de estudios. Los históricos, en los que se explica el desarrollo de la ciencia a través de las continuidades y discontinuidades en la producción del conocimiento científico; los filosóficos, acerca del método con que se adquiere el conocimiento y, por último, los que se hacen sobre los problemas sociales relativos a la ciencia y a los científicos: su comportamiento y las condiciones en que desempeñan su trabajo. Los primeros y los segundos se enfocan sobre las variantes internas. Los terceros buscan dar resultados a través de las variantes externas de la situación en la que el conocimiento se produce. Tenemos que tomar en cuenta las metas específicas de la tarea de los científicos, y entender el carácter del conocimiento adquirido como producto de un proceso histórico. De esta manera, el rejuego de las condiciones externas y las posibilidades internas del conjunto de actividades objetivas y subjetivas que lleva a cabo el científico, podría ser explicado a la luz de una concepción más amplia del significado de la palabra "ciencia".
La ciencia se basa en la experiencia individual del investigador, que es trasmitida a través de un código socialmente aprobado. La actividad es el trabajo intelectual que se asocia a la formulación de interrogantes, la búsqueda de información relacionada, el descubrimiento de irregularidades y anomalías, la búsqueda de variantes, la elaboración teórica, su comunicación con otros científicos y su difusión a través de publicaciones acreditadas y correspondientes la disciplina o el problema que se estudia.
Como individuo inscrito en una sociedad, el científico se halla involucrado en otro tipo de actividades, en las que también se contempla su relación con los grupos sociales y las instituciones culturales o políticas a las que pertenece. Por eso, los problemas profundos a los que la ciencia se enfrenta hoy en día son tanto epistemol6gicos como sociales.
Ni el trabajo del científico está aislado de su medio ambiente, ni tampoco el conocimiento científico está nada más determinado por dicho medio. Un buen análisis del avance de la ciencia tiene que involucrar ambos aspectos. El trabajo intelectual y la creatividad del científico se asocian a un conjunto de actividades que no son formales, pero que se derivan en un conjunto de operaciones, unas perfectamente descritas y delimitadas por el método y otras que no es posible delimitar, y que los científicos aprenden en el transcurso de su entrenamiento. No se trata solamente de seguir el método científico, como si fuera una receta de cocina, sino de utilizarlo para descubrir una verdad acerca de la naturaleza. Este es un aspecto subjetivo que trasciende los fundamentos formales de la ciencia y los supuestos de la actividad científica. Es por ello que hacemos una diferenciación entre las actividades del científico y el conocimiento científico. En este nivel de abstracción, consideramos al científico como a un artífice.
En el libro Arte de la investigación científica, de Beveridge (1950), se habla del sentido común, la intuición, como una de las condiciones sine qua non, para hacer investigación. Sin un sentido común entrenado no es posible desarrollar la clase de trabajo que lleva a cabo el científico. El sentido común se basa en la experiencia, en el conocimiento y en la concepción. total de vida que tenga el investigador. Aun cuando él no esté consciente de ello, su sentido común incluye sus expectativas, sus modalidades de trabajo, su ideología y sus metas.
Otros dos factores que intervienen en el proceso son la sensibilidad del científico hacia su objeto de estudio y la habilidad técnica que tenga para instrumentar sus observaciones. Ya sea que los datos se deriven de objetos tangibles o de meros conceptos, ya sea que el científico lleve a cabo en el laboratorio una descripción, una repetición o una inducción, siempre estará comprometido a darle un sentido preciso a la elección de su problema y al uso de sus instrumentos de análisis. Dicho sentido preciso es producto, de su experiencia y de la de sus colegas, y se ve afectado por la duda o la certeza (Young 1951). El control y la regulación del uso de los instrumentos es también objeto de la actividad del científico. Se han desarrollado métodos y técnicas de observación y experimentación muy complejas, las que, en la medida en que se utilizan, son modificadas y afinadas por el desarrollo mismo del conocimiento o por la introducción de nuevas tecnologías.
Cada investigación es peculiar y cada investigador tiene su estilo particular para llevar a cabo su investigación. Hará elecciones y juicios personales que puedan ser diferentes a los de otros científicos que trabajan en su mismo campo, pero seguirá los criterios generales de adecuación y precisión de sus productos. Lo que se espera de todos es cierta disciplina autoimpuesta, el rigor que cada campo específico establece. Mientras más contables sean los patrones que establecen qué es lo falso o lo verdadero, más sana será la comunidad a la que los científicos pertenecen.
A este proceso se agregan diversos factores, entre ellos el liderazgo propio de la disciplina y del grupo de pares en que se ubica el investigador, la forma de los datos, las transformaciones que sufren y su tratamiento y, por último, los instrumentos disponibles (materiales, conceptuales o matemáticos). Todo esto, matizado por un criterio que implica el uso del sentido común para determinar su relevancia.
Los datos se pueden derivar de la teoría, o se pueden abocar a partir de las observaciones de los hechos naturales (Bunge, 1969). Tienen que ser susceptibles de sistematización y basarse en una hipótesis que permita al investigador evaluarlos intuitiva y formalmente, sin introducir errores. El sentido de los datos se adquiere, además de con la ayuda de la experiencia, por la observación y la conceptualización de lo observado; sin esta habilidad, el científico se hundirá en un pantano de datos inservibles.
El criterio que funde las observaciones y la recolección de los datos es la guía que sigue el científico para refinar y transformar sus propios datos en enunciados que puedan ponerse a prueba al comparárselos con la información relativa existente, ponerlos nuevamente a prueba o elaborar interpretaciones a través del uso de diversos instrumentos. Uno de éstos son las matemáticas, en la que los patrones resultantes permiten reciclar la información y establecer nuevas hipótesis y nuevas observaciones. El problema evoluciona o se descarta, y en este punto de la investigación el científico tiene que tomar una decisión "sabia", teniendo que evaluar si sus datos satisfacen o no los postulados que esgrimió previamente.
También puede suceder que un investigador siga un camino de investigación equivocado, y que tarde mucho tiempo en darse cuenta. Esta es una parte de la ciencia, como también lo son los errores que llevan a grandes descubrimientos. El científico tiene que enfrentarse a la incertidumbre de sus resultados, aun cuando ésta sea una cuestión de grado, ya que puede incluirse un error sistematizado por la ignorancia o por falsas expectativas a la vez que pueden generarse resultados que sólo son verdaderos aparentemente. Más grave es el hecho de que éste, que es un riesgo que corren todos los investigadores, puede causar daño no solamente por el hecho de que pueda llegarse a deducciones equivocadas, sino porque en algunos campos el uso de los resultados para desarrollar tecnología es más directo, como por ejemplo en la biofarmacología.
Normalmente, esta clase de problemas se resuelve haciendo predicciones, aplicando pruebas rutinarias que se han desarrollado antes en los campos respectivos. Medawar (1979) asegura que los errores deben corregirse lo más pronto posible y que un científico enamorado de sus hipótesis corre el peligro de pensar que la intensidad de la creencia en sus hipótesis, las hace mas ciertas.
Los instrumentos que utiliza el científico van desde el lenguaje "técnico", las representaciones matemáticas, hasta los sofisticados equipos que constantemente se están produciendo. Los instrumentos definen en muchas ocasiones el tipo y la forma de las observaciones del científico, de una manera muy sutil. Se requiere un manejo habilidoso de los instrumentos para neutralizar este fenómeno. Más aún, la introducción de nuevos instrumentos en un campo pueden transformarlo y, en consecuencia, transformar el currículum de entrenamiento de los investigadores.
El entrenamiento de los estudiantes y futuros científicos es otra de las actividades que el científico desempeña, a pesar de los costos de tiempo que ello significa en detrimento de su campo de trabajo y de su propia investigación. Este aspecto no debe ser descuidado. Sus estudiantes son los que podrán reproducir y difundir sus logros, su estilo y quizá, con suerte, mejorar todas las actividades que hasta este momento hemos mencionado.
Muchas de las rutinas cotidianas en el uso de las técnicas de investigación se aprenden por experiencia en el desarrollo de la investigación concreta. Si bien existen manuales muy completos, el investigador recurre a consultas informales con sus colegas. Cada investigador, en su trabajo cotidiano, toma un gran número de decisiones que están basadas en su experiencia y en su estilo propio de utilizar su red de informantes.
En ese estilo particular del investigador están reflejados su personalidad, sus intereses, su ideología, sus habilidades y su destreza social. No existen dos investigaciones iguales, aún cuando se hagan en el mismo campo, siguiendo el mismo objetivo y con instrumentos similares. Los investigadores mismos se cuidan de esto, ya que una simple réplica, un trabajo que no sea al menos en algo diferente de otro similar, es una pérdida de tiempo. Parte de la preocupación de los científicos es su originalidad, independientemente de que sus resultados estén presentados de una manera formal e impersonal. Los expertos de su mismo campo sabrán reconocer las sutilezas y el valor de las diferencias. Por ello es importante la existencia de los "colegios invisibles", o grupos de especialistas afines, que no funcionan institucionalmente :
La búsqueda de reconocimiento ha generado que algunos científicos desarrollen habilidades de empresarios, y esto los obliga a mantenerse continuamente informados sobre lo que sus colegas están haciendo.
La competencia entre los científicos está asociada a sus motivaciones para ser recompensados con el reconocimiento de su comunidad y de las comunidades académica e industrial, así como para alcanzar credibilidad y liderazgo a fin de obtener recursos.
La credibilidad se obtiene publicando en las revistass acreditadas. Es claro que los elementos de status, posición institucional, rango de influencia y disponibilidad de fondos son recursos con los que el científico cuenta para acreditar su trabajo. Además, debe desarrollar cierta habilidad para reconocer el momento apropiado para dar y recibir colaboraciones.
Esta habilidad determina su trayectoria y su carrera; le abre muchas puertas. Las posiciones que haya podido ocupar, inclusive administrando una investigación desde un puesto como el de director de proyecto o de algún instituto, cuenta para el aumento de sus créditos y de su poder.
6. Las publicaciones
El enorme, desarrollo del conocimiento científico se refleja en la proliferación de las publicaciones de literatura científica. Esta se ha duplicado prácticamente cada diez años (Solla Price, 1963). Existen cerca de 30,000 revistas científicas, que ha publicado cerca de seis millones de artículos (a partir de la aparición de Physics Abstracts en 1900), con un incremento de cerca de medio millón por año. Según este autor, la producción científica se duplica aproximadamente cada 15 años (Solla Price, 1961).
Las discusiones científicas y técnicas alcanzan un mayor grado de detalle en la medida en que son cuestionadas. Para apoyar o rebatir una idea, muchas veces es necesario revisar hasta 30,000 artículos, cada uno de los cuales contiene un dato diferente por lo menos (Latour, 1987).De tal manera nos damos cuenta de la relevancia de las características específicas del artículo científico y de la cantidad de personas e instituciones que están involucradas en el almacenaje del conocimiento.
En el artículo científico se utilizan argumentos y contraargumentos obtenidos por lo general de otros artículos anteriormente publicados. De estas deducciones, el científico deriva las hipótesis que hace. El análisis de árboles de citas que aparecen en artículos constituye hoy en día uno de los criterios más utilizados para definir las ideas semanales que dan lugar a especialidades científicas nuevas.
Cuando se cita un articulo, además de citarse su contenido se cita la reputación del autor o de la publicación, en que apareció. En última instancia, se cita el sistema de arbitraje que está detrás de todas 1as publicaciones científicas. A este nivel, la palabra escrita tiene un peso determinante. Se le llama "argumento de la autoridad", y se apela a él siempre que se presenta alguien con líneas de razonamiento extracientíficas.
En teoría, la lógica científica se opone al argumento de autoridad; pero en la práctica rigen ambos criterios. La verdad está a menudo con la mayoría. 1
Hay mucha gente involucrada en la publicación de un artículo. Si un investigador disiente de lo que en él se dice, tendrá que debilitar los principios y el trabajo allí invertidos. Deberá trabajar mucho para probar lo contrario, y esto implica cuestionar además el prestigio tanto del autor como de la institución a la que pertenece. Así, es evidente que el archivo del conocimiento contiene también errores sin descubrir o sobre los que no se ha informado. La ciencia no está exenta de incongruencias en sus publicaciones, aunque, presumiblemente, estos casos son los menos. Un artículo al que mucho se recurre habrá pasado por muchos ojos y puede suponer que no contiene errores. Por otra parte, el artículo científico no puede aparecer aislado, sin referencias, por el hecho de que en tal caso no representa para el científico ni para la ciencia un avance real.
Recurrimos nuevamente al carácter universal y público de la ciencia, por lo que en la actualidad es fundamental publicar libros o artículos. Los primeros tienen la función de enlazar dentro de un marco teórico mucha de la información que aparece en los artículos y, ocasionalmente, formar una opinión. Los artículos, en cambio, son muy específicos y se refieren a partes muy especializadas del conocimiento.
Los artículos son citados por muy diferentes razones. Por ejemplo, muchas veces se los cita porque versan sobre un tema que tiene relación con aquél en el que se trabaja, y pueden ampliar la información respectiva. Otras, sirven de soporte o evidencia de lo que se dice. En otras más, finalmente, la lectura deformada hace que se cite algún artículo fuera de contexto. En el peor de los casos, el articulo puede ser ignorado y entonces el científico experimenta la injusticia del sistema. Según la APA (American Psychological Association), más del 50% de los artículos publicados en revistas especializadas nunca son citados (Garfieid, 1977c).
Los estudios de citas se hacen a través del Science Cítation lndex, un instrumento bibliométrico diseñado para analizar las citas que de un artículo científico hacen otros autores. Podría parecer que el avance de la ciencia se debe a un número muy reducido de artículos, los más citados.
Por estas y otras razones los estudios que se basan en el Science Citalion Index han sido criticados negativamente por la comunidad científica y por los sociólogos que estudian el avance de la ciencia, debido a que no permite clasificar todos los artículos y los resultados son inexactos (Hicks, 1987).
El papel de las publicaciones y el sistema de arbitraje en el avance de la ciencia, es muy importante. Su función puede estimular y hacer avanzar áreas específicas del conocimiento; pero también puede convertirse en un verdadero obstáculo para la aparición de nuevas ideas.
El proceso editorial consiste en enviar el artículo al director de una revista apropiada éste a su vez lo envía a un comité de expertos, para su arbitraje (dictamen). El árbitro, basándose en su experiencia y su criterio, que no necesariamente son objetivos, decide si el artículo se publica o se rechaza. Si sucede esto último, el editor se lo devuelve al autor sin mayores explicaciones. Este procedimiento puede acarrear problemas serios en términos de la influencia del editor sobre el comité de expertos. En un alto porcentaje de ocasiones, la decisión de publicar un artículo es del editor.
Así, el artículo científico tiene muchas otras funciones, diferentes de las que lo originaron. Pérez Tarnayo (1982) afirma que muchas veces el papel del artículo es únicamente el de "contaminar". El mismo autor afirma que la calidad del artículo puede establecerse leyéndolo cuidadosamente y tomando en cuenta los criterios de originalidad, fecundidad y generalidad. A gran escala, sin embargo, la valoración del trabajo de los científicos sigue los criterios de acumulación del "Indice de citas".
La publicación de un artículo lleva implícito el reconocimiento de la autoría intelectual. El sistema de citas es una forma de retribución, por el uso de la información, a su "propietario". La ética profesional retribuye al autor original por el uso de sus resultados. Si por su parte el sistema de patentes obedece a una normatividad superior económica regulada por el Estado, gran parte del conocimiento que se produce no conduce a una patente, y por ello la publicación tiene la función autentificadora a que nos referimos. El uso que posteriormente se hace de la información no puede regularse y en muchas ocasiones ha generado conflictos entre investigadores, acerca de la propiedad intelectual de los resultados.
La adjudicación de dicha propiedad intelectual puede funcionar también de otras maneras, ya que el científico maneja así mismo canales informales de comunicación y recibe la crítica y aprobación de sus colegas a través de los "colegios invisibles". De esta manera, los intereses colectivos están a su vez involucrados y el reconocimiento de la autoría ingresa en el nivel de intereses que tienden a preservar la estabilidad del sistema.
Conviene hacer evidente que, muchas veces el "conocimiento" previo es descartado por la revisión de los resultados experimentales o por el descubrimiento de errores o erratas en los resultados teóricos. El manejo del conocimiento nuevo debe considerar el mérito relativo de los investigadores anteriores y la posibilidad de que, parte de él al menos, pueda ser erróneo, o de que pueda caducar por el advenimiento de nuevos "paradigmas".
Finalmente, sabemos que el objetivo principal del científico no es sólo publicar, sino recibir una crítica y un reconocimiento. Este es otro medio por el que la ciencia avanza.
El ciclo informal de generación y depuración de la información es típicamente verbal, aunque puede incluir otros medios como el teléfono o las redes de comunicación rápida (electrónica), tales como el e-mail. Estimativamente podemos decir que un grupo de tres investigadores, trabajando en un problema de propagación de luz polarizada, producen un manuscrito científico en tres meses de discusiones, cálculos y tiempo de escritura y tecleo del "preprint". La información, entonces, entra en el ciclo formal de arbitraje o dictamen, corrección, composición tipográfica e inclusión en la sección correspondiente de la revista, en campos como la física.
Los productos finales típicos del sistema científico son los "escritos", los que se caracterizan por su permanencia física en los acervos bibliográficos. Los tiempos de la comunicación formal son por necesidad más larcos; dependiendo de la revista y de su especialidad, el artículo entregado puede tardar de tres semanas a dos años en publicarse. Cuando aparece, el resultado puede ya no ser estrictamente nuevo: otros grupos de investigadores pueden haber duplicado el trabajo respectivo, sin conocer del resultado final y el investigador que encontró éste se estará dedicando ya a otros problemas. A menos que existan redes de comunicación entre los individuos que participan en el ciclo informal de la generación de la información, que pertenezcan también a grupos de otros campos del conocimiento, los demás grupos o colegios conocerán el resultado del primero sólo cuando éste haya salido como un producto final del ciclo formal.
Una sociedad tiene un crecimiento armónico cuando la información que recibe de sus diversos sistemas es congruente y los productos que se le presentan son acordes con sus expectativas (Karp, 1987). Cuando el crecimiento es lento, el tiempo entre la concepción de las ideas y su objetivación en productos industriales y en legislación normativa pueden ser amplios, sin menoscabo de la estabilidad social. En cambio, una sociedad en rápido proceso de industrialización y culturización en medios urbanos, por ejemplo, no admite rezagos en la congruencia de las comunicaciones y productos de sus sistemas. La inestabilidad resultante de tales rezagos incluye tanto la gama de males producidos y la modernización acelerada propia de los países del subdesarrollo, como las insatisfacciones sociales propias del mundo desarrollado.
Los rezagos que ocurren entre los sistemas científico, tecnológico e industrial y, en menor medida, los del gobierno y la educación que le son cercanos, resultan de especial interés. El primer propósito al delinear los dos ciclos de comunicación que se dan en cada uno de tales sistemas, es el de entrenar el ojo para que perciba corno obvio el atajo que consiste en saltar el ciclo de comunicación formal entre dos o más de ellos, fomentando las redes entre los investigadores de las universidades y las industrias. El segundo propósito, limitante del primero, es resaltar la importancia de mantener el ciclo de arbitraje o dictamen de uno de los sistemas separado del otro, pues cada uno cumple con la función imprescindible de avalarlo, sobre bases objetivas, para su uso e información por parte de la sociedad.
7. La comunicación entre científicos y la formación de redes
Hemos arribado a un punto en que es evidente que las publicaciones no reflejan toda la actividad de los científicos. Esta suele desarrollarse de una manera totalmente informal, influenciada por la casualidad y, en muchas ocasiones, regida por el criterio personal del investigador.
Ackoff y Halbert, en 1958, hicieron aproximadamente 25,000 observaciones de las actividades cotidianas de 1,500 químicos, en universidades e industrias. Descubrieron que el tiempo invertido en comunicarse entre unos y otros variaba entre el 16% y el 61%. La media era del 33%. Esta inversión de tiempo, comparada con otro tipo de actividades en las que los porcentajes eran mucho menores, los llevaron a concluir que la comunicación entre los químicos era una de las actividades más importantes que llevaban a cabo. Es decir, que el intercambio de información es un factor determinante en la investigación científica. Menzel (1958), inclusive, tipificó las funciones de la información y demostró que las redes informales enlazan al científico que tiene la información con el que no la tiene.
No sabemos si las variaciones en los patrones de comunicación entre científicos realmente afectan el desarrollo del conocimiento. Es conveniente profundizar en la cultura y organización del trabajo de las comunidades, grupos o instituciones científicos, para entender la interacción entre los componentes cognitivos y sociales de las actividades asociadas a la ciencia.
Hasta ahora hemos descrito cómo el conocimiento científico es acumulado, evaluado y reconocido. Recordaremos, también, que su crecimiento se ha representado en una curva logística. Por su parte, el crecimiento de las publicaciones pasa por las siguientes cuatro etapas, según Crane (1972):
1) Un período inicial en el que los incrementos absolutos son pequeños, aun cuando la razón de crecimiento sea grande.
2) Un período de crecimiento exponencial, cuando el número de publicaciones de una especialidad se duplica
a intervalos regulares.
3) Un período en el que el rango de crecimiento declina, pero los incrementos anuales absolutos quedan aproximadamente constantes.
4) Un período final en el que ambos declinan y, ocasionalmente, llegan a cero. Price (1963), argumenta que 1as ciencias básicas están en la segunda fase de crecimiento.
Según Crane (1972), e1 crecimiento logístico del conocimiento científico es el resultado de la explotación de las innovaciones intelectuales por un tipo particular de comunidad social. La cuestión es cómo la organización de las comunidades científicas afecta el crecimiento del conocimiento. Pocos problemas sociológicos son tan complejos como el que trata de explicar las instituciones sociales que producen ideas, pues en tales casos no sólo se trata de dilucidar las relaciones entre los seres que las producen, sino que se trata también de explicar esas mismas ideas, así como el proceso de retroalimentación que éstas producen en la comunidad.
Las comunidades son entidades diferentes entre sí, pero interconectadas de modos diversos y no directamente observables si no se es miembro de ellas. Si se desea entender el comportamiento científico, se debe tener alguna idea del estado de la especialidad que se estudie, así como de las características de quienes en ella trabajan.
Si es verdad que el desarrollo de las comunidades y los grupos de científicos tienen efecto en el desarrollo del conocimiento, es necesario buscar medios para identificarlos. Price (1965) dice que a través del Science Citation Index es posible observar cómo los artículos "seminales" siempre se refieren o están ligados a un grupo más pequeño de publicaciones relacionadas entre sí anteriormente, las que están publicadas en menores intervalos. Esto muestra que la literatura respectiva a las ciencias básicas se entrelaza en conglomerados de artículos científicos, cada uno de los cuales está ligado a otros artículos o conglomerados. Estos representan áreas de investigación y cúmulos de problemas relacionados entre sí. Reflejan, desde luego, la comunicación formal entre los científicos, a través de publicaciones.
Nos preguntamos si en la literatura científica se reflejan esos conglomerados. Debe de existir una serie de actividades de los grupos de científicos, una determinada comunicación entre ellos, representable de alguna manera, la cual forme una red u otra clase de estructura que no esté regida, ni por las instituciones, ni por la mera secuencia lógica de la producción sistematizado y acumulada del conocimiento científico.
Ningún grupo de investigadores, o campo de investigación, está completamente aislado de los otros. Los intercambios de ideas, las participaciones de individuos en dos o más tipos o campos, las publicaciones en revistas multidisciplinarias y los lazos organizacionales y sociales, permiten la difusión de las ideas en toda la comunidad. Lo hacen en formas tan complejas que es difícil identificar un patrón de comunicación común que sea válido en todos los campos de la investigación. Aun las designaciones que utilizan los científicos para describir sus campos de investigación están cambiando constantemente. Las fronteras entre una y otra disciplinas son flexibles, y de continuo surgen campos híbridos en tanto que el contexto de los hechos no pertenece a una sola disciplina.
Por un lado, los problemas que se estudian están cambiando; y por otro, están cambiando los instrumentos para estudiarlos. Tales cambios requieren que el científico esté puntualmente informado sobre los avances que se producen en su propio campo, así como sobre los que se producen en campos afines. Las líneas de comunicación de "grupos de frontera" no siguen necesariamente la organización institucional, ni aparecen inicialmente en el análisis de la literatura formal corriente.
Esto sugiere que existe una organización muy compleja, de la que los propios científicos inmersos en ella se darán cuenta sólo parcialmente. Según Crane, el término que mejor describe la organización social del conjunto de miembros de un área de investigación es el de una red, o estructura de conexiones identificable por los nodos que representan los individuos científicos, y donde las ligas son así mismo alguna clase de comunicación entre ellos. Las ligas pueden ser de ideas, de intercambio de recursos, o meramente sociales. Según Kadushin (1966 y 68), los linderos exactos de un "círculo social", como él llama a esta estructura, son difíciles de definir. Inclusive, es difícil localizar a todos sus miembros, pues cada uno de ellos conoce a algunos otros, pero no a todos. Esto sucede a pesar de las reuniones organizadas ex-profeso para que se conozcan ya pesar de los congresos del grupo. También la interacci6n indirecta, mediada por otros canales, es un aspecto importante en este orden de ideas.
En la comunidad científica, aun cuando haya figuras centrales, no suele existir un liderazgo formal. Los científicos aconsejan o critican, pero no pueden demandar comportamientos específicos de otros de ellos, ya que la estructura de sus redes sociales no corresponde a la estructura de la burocracia. En principio, los científicos están guiados exclusivamente por su interés de conocer la verdad de lo que estudian y no por la adquisición de un status o una posición de poder. Sin embargo, hemos venido observando la burocratización del trabajo del científico en razón de las posibilidades de acceso a la administración de los recursos. "Publish or Perish" puede ser un medio, pero no el objetivo central de la actividad del científico.
El intercambio de información entre científicos, a través de comunicaciones informales, ha sido un fenómeno al que los investigadores de la ciencia han prestado una atención especial (Crane, Mullins, etc.). Garvey (1970), ha estudiado en la American Psychological Association, el tiempo que media entre la concepción de un proyecto y su primera publicación. Si se sigue la secuencia a partir de la iniciación del proyecto hasta la primera publicación, generalmente habrán transcurrido cinco años. El autor estima que pasan dieciocho meses antes de la comunicación preliminar y que, normalmente, es sólo treinta meses después que se somete el primer artículo a una revista especializada. Aun así, tomará todavía seis meses más para su aprobación y publicación, si es el caso, y en muchos de los casos todavía pasará otro año para que el artículo ya publicado entre en el Psychological Abstracts. Pasan otros dieciocho meses para que el artículo sea mencionado en el Annual Review y, sí sumamos, habrán pasado cinco años antes de que esta investigación sea reconocida internacionalmente (Crawford, 1971 y Griffith, 1963). Esto sucede en la Psicología. En otras disciplinas corno la Física, los tiempos son más reducidos; el ciclo descrito puede tardarse entre seis semanas y seis meses. En este período ocurren muchos intercambios de opinión e información entre el científico y sus colegas en las redes de comunicación.
Los científicos han intentado de muchas maneras saltar estos pasos a fin de tener información sobre lo que otros científicos hacen; para eso les pueden servir sus redes. En los años sesenta se crearon muchos grupos de contacto o comunicación entre los investigadores. Los congresos, convenciones y symposia tienen una función similar y en ellos ocurre que las redes se amplían. En muchas ocasiones, los contactos son por referencias personales. De cualquier manera resultan en comunicaciones no formales, que sirven al avance profesional.
En un estudio que llevó a cabo Susan Crawford (1971), se pidió a los científicos que hicieran una lista de las personas con quienes se habían comunicado al menos tres veces durante el último año, en relación con su trabajo. La autora descubrió que en promedio habían tenido 3.3 contactos durante el año. En el 42% de estos casos, la comunicación se había establecido con científicos de otras especialidades; el 58% de los participantes en la encuesta habían sido consultados por otros de su mismo campo. También se observó que el 42% de los científicos no habían sido requeridos por nadie. El 11% de los científicos había participado en el 54% de todas las comunicaciones establecidas. O sea que el 11% (33 científicos) habían entrado en contacto con mas de seis científicos en promedio, o sea cinco veces más que los demás, en la misma área. Concluimos que, en las redes, algunos miembros son más centrales que otros.
Se podría revisar el correo de estos científicos y se daría uno cuenta de que, de esta manera, suceden los más inusitados contactos, inclusive entre quienes trabajan en disciplinas diferentes. La invitación de investigadores de un instituto a otro por períodos cortos, genera no solamente nueva información, sino nuevos grupos de trabajo, que en conjunto constituyen los "colegios invisibles".
Los grupos de científicos buscan diariamente nuevas formas de comunicarse. Muestra de ello son las conferencias, los seminarios y las sociedades no ofíciales, que, aunque en ocasiones no son muy exclusivas y en otras no incluyen a los de mayor reputación, resultan ser eficientes. en tanto que permiten el intercambio no institucionalizado de la información que se está procesando.
En resumen, podemos decir que hay una forma no organizada de comunicación entre los científicos, la cual no se presenta únicamente en forma que se pueda observar en las instituciones o en las publicaciones formales. Es evidente que estos contactos se establecen de persona a persona en forma oral o escrita, y que en ellos no necesariamente se intercambia sólo información publicada. Si este intercambio no ocurriera, habría un empobrecimiento significativo en las áreas donde esto no sucede. Sería visible en el número de publicaciones.
El concepto de "colegios invisibles" ha sido utilizado por muchos investigadores de la ciencia. El nombre se deriva del grupo que en el siglo XVII dio origen a la "Royal Society of London". El significado del término ha cambiado mucho, pero la idea central se sigue refiriendo a una organización social no visible de investigadores, que llevan a cabo una serie de intercambios de información en sus respectivas especialidades, no únicamente a escala nacional, sino internacionalmente. Los investigadores aseguran, estar en contacto unos con otros, y aseguran que esto les sirve para obtener información antes de que sea publicada. Ya que estos colegios incluyen principalmente a los investigadores sobresalientes en cada disciplina, tienen influencia para controlar recursos y dirigir a sus gobiernos en el apoyo a ciertos proyectos. En el análisis de las redes, ellos aparecen como nodos centrales que reciben los más altos porcentajes de comunicaciones (Crawford, 1971).
La existencia de los colegios invisibles ha sido advertida a través de entrevistas, biografías y otros datos como el registro de la asistencia a conferencias. Pueden ser deducidos del análisis de redes aplicado a los índices de citación, y por el registro de los memoranda enviados por correo (Solla Price 1966).
En algunos casos, un investigador puede tener más contactos que otros y pertenecer a más de un colegio invisible, ya sea porque su investigación toque más de un campo del conocimiento o en virtud de su historia personal. Puede suceder que un colegio invisible esté claramente ligado a una institución o a un país determinados y que en cambio sea totalmente desconocido en otros lugares. También es posible la existencia de subgrupos más conectados entre sí dentro de un mismo colegio invisible. ' .
Podemos argumentar que hay una forma no organizada entre los científicos para comunicarse, que en ocasiones es accidental y que no se presenta en forma continua, según puede observarse en las instituciones o a través de las publicaciones. Como ya lo señalamos, si este intercambio no ocurriera sería evidente el empobrecimiento de las áreas respectivas, por la reducción del número de sus publicaciones. Es difícil registrar el motivo de cada elección; es decir, bajo qué criterio o patrón los científicos establecen contacto con otros científicos acerca de su trabajo. Es evidente que estos contactos sonde persona a persona (en forma oral, escrita o electrónica), y que, también como antes quedó dicho, no necesariamente se intercambia en ellos información ya publicada.
La evaluación de la comunicación informal entre científicos tiene que ser validada en comparación con los avances reales en las diferentes disciplinas y, desde luego, con la calidad. y cantidad de las publicaciones formales. La observación del conjunto de comunicaciones entre científicos provee de un marco de referencia analítico, a un nivel más bajo de abstracción que el nivel institucional. Los datos se pueden graficar, cuantificar y utilizar para establecer tendencias que, de ser deseable, pueden ser reforzadas posteriormente.
Las representaciones de estos conjuntos de comunicaciones son puntos o nodos, y líneas que los unen. Los puntos representan a los investigadores, y las líneas el acto de comunicarse. Se ve así quién está relacionado con quién, a la vez que puede conocerse la frecuencia y el contenido de esta relación, el patrón que forman y su relación con el comportamiento y la productividad o la ubicación institucional del científico. Finalmente, todo ello puede relacionarse con factores sociales y económicos. El análisis teórico implica desarrollar un paradigma cuyos supuestos interpreten los datos.
La teoría de la formación de grupos se define en psicología corno "grupo de pertenencia": un conjunto de individuos, con una tarea y un lenguaje comunes, en un tiempo y un espacio determinados. Por otra parte, define corno "grupo de referencia" o de "designación externa" a un conjunto de individuos que presentan alguna característica o condición similar, así corno un lenguaje común del que pueden tener o no conciencia, ya sea que interactúen o que sostengan contactos periódicamente, para mantener su pertenencia. Los grupos informales de científicos a los que nos referimos están en la segunda categoría, pues no requieren de la interacción cotidiana; pero están en la primera categoría en el sentido de que todos desarrollan la misma tarea y muestran tener solidaridad.
Los científicos suelen pertenecer simultáneamente a varios de estos grupos. Inclusive, su grupo institucional o formal es un grupo de pertenencia. Deducimos que a partir de la interacción en los grupos de referencia surgen grupos de pertenencia y equipos de trabajo. En ocasiones, existen los productos grupales, que no se desprenden necesariamente del grupo de referencia original. Tal ha sido el caso de algunos proyectos que luego han desembocado en la creación de centros de investigación, en las instituciones de educación superior en México.
El proceso de formación de los grupos de científicos se inicia con su entrenamiento. Las elecciones y posibilidades de un estudiante determinan su trayectoria, desde que empieza a trabajar en un laboratorio como ayudante hasta que escribe su tesis de licenciatura o de posgrado. Normalmente, el nuevo investigador se asocia a otro cuya solidez en el campo es ya evidente, y se convierte así en un aprendiz de todas las actividades de los grupos de investigación que hemos descrito con anterioridad (Carvajal y Lomnitz, 1981).
Una vez que aquel estudiante ha llegado a ser un investigador independiente, se inicia el proceso de la formación del grupo en el que él es un nódulo de comunicaci6n con investigadores de otros grupos informales. La formación de los grupos de investigadores es peculiar en el sentido de que muchos acuerdos y compromisos trascienden la moral meramente grupal, para sostener los principios generales de la ciencia. Es decir, que los grupos de científicos se forman sobre la base de acuerdos y compromisos externos al grupo, mismos que lo definen y le dan consistencia.
Además de conjuntar esfuerzos para la solución de un problema científico, que es el objeto principal de estos grupos, hay otros factores que intervienen en su formación. Cuentan entre ellos las percepciones económicas, la búsqueda de un entorno académico de prestigio y el acceso a la tecnología y a la información, así como otras consideraciones, relativas éstas a la calidad de la vida familiar y social. Algunos de tales satisfactores pueden determinar la "nucleación", reforzamiento o la desintegración del grupo.
En los grupos de pertenencia se puede dar el conflicto, una discrepancia o controversia en la que los individuos se identifican con elementos u objetivos mutuamente excluyentes, y que puede llevar a la desintegración del grupo (Liberman, 1983). Los grupos que fracasan, hacen fracasar también el proyecto en el que trabajaban. El perjuicio puede ser grave para la ciencia. Difícilmente se retoma un proyecto, y eso representa una pérdida económica para el país.
Por el soporte que representan los contactos informales de los científicos podría evitarse en estos casos, al menos, la desaparición del proyecto, su continuación o el aprovechamiento de sus innovaciones por parte de otros grupos. El fenómeno del "contagio", cuando un miembro genera una innovación y otros la adoptan por haberse comunicado con él, parece tener influencia en el desarrollo de las áreas de investigación (Coleman, 1966). Por ello, concluimos que al determinar cómo se forman y cuál es la estructura de las redes informales y de los grupos de pertenencia del investigador, podremos esclarecer algunos de los factores del avance de la ciencia.
Cómo podríamos abordar esta cuestión? Sabemos que la posición respecto de la jerarquía instituciones es un factor de influencia. Hay marcadas diferencias entre los científicos que han publicado en revistas nacionales o en extranjeras. Los científicos que han publicado ya forman parte del grupo "no oficial" de científicos a nivel local, y aun de otros niveles. Si su trayectoria no ha cambiado en los últimos 5 o 6 años, su trabajo suele presentar solidez. Entre las actividades que desempeñan se encuentra la de formar a otros científicos, con lo cual su grupo de origen se hace más amplio. El patrón que siguen estos contactos se determina de acuerdo con su frecuencia, ya sea al inicio de la investigación, o a su término, o después que se han publicado los resultados; si son por teléfono, por correo o por correo electrónico; si suceden en reuniones científicas, en la vida social o porque los investigadores son invitados a otras instituciones de grupos que hacen investigaciones afines; si, al contrario, los contactos implican sólo un simple intercambio de información, de criterios sobre estrategias de instrumentación e investigación, así como de interpretación de resultados a la luz de nuevas teorías, argumentaciones innovadoras, o si buscan establecer negociaciones para la obtención de recursos.
Los diferentes géneros de conocimiento científico requieren de diferentes clases de comunicación, en un proceso que se da en forma semejante en todos los grupos informales. Existe una "pauta" normal por la que todos saben, aproximadamente, lo que los otros están haciendo. En casos de controversia, cuando una nueva idea surge y hay resistencia para aceptarla, se esperaría un mayor número de comunicaciones. Una vez que un gran número de investigadores la ha asimilado, se inicia una nueva etapa en la que dicha idea se vuelve parte del conocimiento "común" presupuesto en el grupo. Este fenómeno se da primero dentro de ja red y, posteriormente, a nivel de las comunidades científicas, a nivel más amplio.
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